A falta de la jornada carnavalera de mañana (domingo 17.00 h.) con ‘El Sheriff’ y el trío Piquislabis, la cual cerrára el Otoño Cultural 2022, ya podemos asegurar que esta ha sido la edición más potente hasta la fecha.
Después de dejar el listón bastante alto en el primer día con aquella Tarde Flamenca con el musicólogo Faustino Núñez y el cantaor David Pino, parecía complicado superarse, pero lo de ayer no tiene parangón. Había expectativas porque Antonio Manuel ya es conocido por la Colonia.
En 2016 estuvo en el mismo escenario ofreciendo la conferencia, ‘El alma oculta de Andalucía’, conectada con su libro La huella morisca (Ediciones Almuzara, 2010). Aquel día titulamos el artículo «Que venga otra vez Antonio Manuel», como expresó el público al final del acto.
Un año justo después estaba el de Almodóvar del Río nuevamente en la Casa de la Memoria, en esta ocasión con la ponencia, ‘Las raíces del Flamenco: espejo de Andalucía’. Otro pelotazo. Siempre con la Andalucía andalusí como eje.
Y ayer Antonio Manuel venía muy bien acompañado, con Ana Sola, Habiba Chauof y Pilar Alonso. Ellas son granaínas, ellas son Mujeres Mediterráneas, una formación musical basada en la convivencia entre el Flamenco y la Música Árabe.
El espectáculo con el que deleitaron a un público que acabó entre lágrimas de emoción lleva por título La luz que fuimos y la sombra de una nube, donde la fusión de las melodías andalusíes y bereberes con el Flamenco se mezclan con la narración de Antonio Manuel sobre uno de los sucesos más cruciales e ignorados en la historia de la península: la revolución cordobesa de 1009 y el declive del califato. Motivo de su última obra, La luz que fuimos.
El evento está recorriendo siete municipios de la provincia gracias a la Diputación de Córdoba, que se suma a la conmemoración del milenio de la publicación del tratado El collar de la paloma, de Ibn Hazm.
Nos referimos al tratado de amor más hermoso jamás escrito en nuestra península, El collar de la Paloma y la sombra de una nube, del que es autor uno de nuestros intelectuales cordobeses más brillantes y desconocidos, Ibn Hazm, protagonista de la novela de Antonio Manuel.
El collar de la paloma fue escrito en aquella época en la que Córdoba fue capital de mundo. Y la revolución popular que estalló en 1009 y culminó en 1031, destruyendo los palacios de Medina Alzahira y de Medina Azahara, entre otras muchas cosas, supuso el final del califato omeya de Córdoba y la derrota del pueblo ante los poderosos.
Los partidarios y herederos del tirano Almanzor, que llegó a ser el hombre más poderoso de al-Ándalus, se aliaron con Castilla, Aragón y otras zonas de la península para lograr la victoria «y acabar con la utopía». Así lo contó Antonio Manuel, que fue desengranando los entresijos de aquel episodio que «debería estudiarse en los colegios, institutos y universidades, igual que la figura de Ibn Hazm».
El escritor cordobés lo hace, además, a través de la mirada de las mujeres de al-Ándalus (ya fueran mujeres libres o esclavas, de cualquier raza, estamento o religión, pobres o ricas), muchas de ellas encargadas de enseñar música, tocar los instrumentos, ejercer de escribanas de la corte, recitar poesía…
En definitiva, una narración que fue in crescendo en sensibilidad y que es difícil describir en estas líneas, con un final impresionante que dejó encandilada a toda la sala. Solo puedo recomendar que asistan en vivo a alguna de estas representaciones.
