Carnicería De La Rosa - Fuente Palmera

Libertad…. responsabilidad

Ana Adarve. Psicóloga
Ser libres nos permite tomar decisiones sobre nuestra vida, pero al mismo tiempo nos hace responsables de nuestros actos y de sus consecuencias. A veces pienso lo extremadamente responsables y exigentes que somos para nuestro trabajo, y, sin embargo, con qué facilidad descuidamos nuestras relaciones personales y nuestras emociones y sentimientos.

Somos libres para decidir si queremos tener hijos o no, pero, si nuestra opción es la de ser padres, debemos asumir que nuestra vida cambiará para siempre y que tendremos que reservar un tiempo de calidad para “estar” y “ser” con los/las niños/niñas.

Del mismo modo, ser amigo/amiga es ser responsable de esa amistad, es un acto de compartir tiempo, risas, llantos y proyectos, es un estar presente, aunque sea en la distancia, un lugar donde permitimos al otro ser transparente y donde nunca hay horarios ni para las celebraciones ni para la acogida y el consuelo.

No somos libres para amar, por suerte es algo que no podemos controlar, uno simplemente ama, pero sí somos libres para decidir qué hacer con ese amor. Cualquier relación es válida siempre y cuando la sinceridad sea el alimento de los amantes.

Amar implica desnudarnos de cuerpo y de alma, exponernos (aún a riesgo de perder), mostrarnos como somos, aceptar y ser aceptados…tal cual. Pero amar también es un acto de responsabilidad, requiere mimo, constancia, no olvidarnos de esa parte divertida, tierna, detallista, sensual y erótica que un día consiguió iluminar el rostro del amado/da, y, sobre todo, y por encima de todo, no olvidarnos de amar infinitamente hasta que dure.

Ser responsable es ser sincero contigo mismo, es preguntarle a tu corazón hacia dónde quiere ir, que haya coherencia entre lo que piensas, sientes y haces, y sobre todo allá donde estés dar lo mejor de ti.

En cuanto a libertad de expresión, no todo vale. Cada vez hay más personas que confunden la libertad de expresión con el insulto gratuito, y la libertad con el libertinaje, no hay nada más que darse una vuelta por los comentarios en las redes sociales para darnos cuenta.

La libertad de expresión es poder opinar desde el respeto al otro. Que seamos libres de hacer o decir lo que queramos, no significa que lo que hagamos o digamos esté bien, y menos si se hace protegido detrás de una pantalla, bajo la falsa creencia del anonimato.

El problema real aparece porque no todo el mundo está preparado o es lo suficientemente fuerte o maduro para recibir esas críticas. La pubertad y la adolescencia son períodos especialmente sensibles. Y a las personas que no se encuentran bien anímicamente también les puede afectar de forma muy negativa las críticas poco constructivas.

Tenemos que tomar consciencia de que todos nuestros actos tienen consecuencias para bien o para mal, y que a las palabras no siempre se las lleva el viento, sino que se quedan, pudiendo ser bálsamo para el alma, o ácido para nuestra mente y nuestro corazón.

Disfrutemos de nuestra libertad, pero desde la responsabilidad, desde el respeto al otro y a nuestro entorno. Recuerda que lo que recibes es un reflejo de lo que das.

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