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Juan Vidal «El Grillo», un artista de paisano

Juan Vidal "El Grillo"
El arte es el reflejo de la cultura humana, por eso sirve para conservar el patrimonio cultural de un pueblo y transmitirlo de generación en generación y en el caso de nuestro invitado, de forma oral y cantando flamenco. Es por ello, que el arte es subjetivo, se expresa en un lenguaje universal y comprensible para cualquier ser humano, ya que apela a nuestros sentidos, emociones y facultad de pensar y recordar, presentando una vigencia atemporal.

No podemos dejar de valorar a aquellas personas que además de proteger y cuidar de sus familias, fomentan el arte, protegen nuestra cultura ancestral y además lo hacen prácticamente sin ánimo de lucro, para no caer en desvaríos innecesarios y centrarse solamente en lo que tiene importancia en la vida, el amor a los suyos, el cariño y el respeto hacia sus amigos y conocidos y contribuir con su arte y su “duende” a provocar emociones y sentimientos agradables en los demás. ¿Para qué pedir más?

Así es Juan Vidal Adame, “El Grillo”, un humilde trovador, un protector de la cultura y el arte, un héroe anónimo, una persona sensible y un artista de paisano.

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En las siguientes líneas tendremos la oportunidad de adentrarnos en la sencilla vida de nuestro personaje, una persona que no pudo reprimir su arte pero que prefirió el anonimato a una vida dedicada al folclore, ya que antepuso trabajar con maquinaria pesada a vivir del cante, como lo hacían conocidos suyos como Camarón de la Isla, El Lebrijano, El Cabrero, Carlitos Sánchez, Luis de Córdoba, Chiquetete, El Turronero y una larga ristra de cantaores famosos.

Artistas, que no por ser conocidos y admirados por todos, incluyendo a nuestro propio entrevistado, consiguieron que nuestro personaje se alejara de su familia y de su mundo cotidiano viajando no por ello por todo el territorio nacional, pero sin aventurarse a llevar una vida de la que muy pocos le aconsejaban y no estaba en los planes de este entrañable colono que a continuación nos va a contar la historia de su vida, incurrir en un mundo de peligros como llevaba entonces aparejado ejercer el oficio de profesional del cante flamenco.

Juan nos cuenta sus vivencias dando un paseo por Fuente Palmera

Sin más dilaciones, la entrevista a Juan Vidal “El Grillo”:

Juan, ¿cómo fue tu infancia? ¿Qué recuerdos puedes compartir con nosotros?

Tengo recuerdos, del trabajo en el campo y de cómo aprendí a coger el tractor por las noches y durante el día seguía trabajando a jornal. Pero al poco tiempo, ya empecé a trabajar como tractorista, una vez que aprendí a conducirlo.
Recuerdo como mi amigo y fiel acompañante «el Candi» me aconsejó apuntarme en la Peña Flamenca Rafaelillo, más tarde Joseíto Téllez. Mi primer fandango al cante fue de Juanito Maravilla, “Lo recogí siendo un niño”, ante el cual se quedaron “morados” al escucharme. Otro día diferente canté el fandango de Curro de Utrera, “Me pesó de haberlo hecho”, todo ello con la edad de catorce o quince añillos.

Y la vida de adulto, ¿qué señalarías como más importante, con respecto a todo lo vivido?

Cuando aprendí a coger el tractor arranqué un olivo y por poco tengo un fatal accidente que me hubiese costado la vida, ya que las gradas no pasaban entre dos olivos y me vi forzado a rebasarlos, arrancando uno de ellos y nervioso y aturullado dejé el tractor averiado y un olivo volcado, tuve una experiencia lamentable, que casi me cuesta la vida.

¿Qué es lo que más disfrutas de tu vida de jubilado, ahora que puedes echar la “vista atrás”?

Pasar tiempo con los nietos. Y con mi madre, que es a la persona que más se quiere en la vida. Yo con los nietos juego mucho y le dedico el máximo de tiempo posible, tanto que no creo que haya muchos abuelos que pasen tanto tiempo con ellos y que reciban tanto cariño por parte de ellos. Como ejemplo, aquí querían venir hoy a la entrevista. Tengo cuatro nietos que viven en la Colonia de Fuente Palmera, el mayor tiene catorce años, diez mi nieta y otro seis añitos. El cuarto y último que vive en la Peñalosa y va a cumplir nueve años, presenta una enfermedad psicomotriz, deseando que “el de arriba”, me hubiera mandado esa enfermedad a mí y no a mi nieto, ya que tras muchos médicos y cuidados, la mejoría en él es casi inapreciable.

¿Cuál señalarías cómo el mayor logro de tu vida laboral?

Todas la vías del Ave, todas las autovías y radiales de Madrid, M 45, M 50, la Radial 2, 3, 4, 5 y 6. El desmonte y el aglomerado de las futuras vías y carreteras eran mis funciones dentro de la empresa. La máquina que yo utilizaba era la “dumper” con ruedas que llegaban al techo. Y en las minas de Aznalcóllar sacaba cobre; en las minas de Gerena con una máquina que cargaba 254.000 kgs.; trabajé también en las minas de Río Tinto, en Burgos en las minas de carbón, en las minas de Teruel o en las de carbón de Espiel.

¿Qué situaciones agradecerías haber vivido gracias al flamenco?. ¿Y lo peor?

Lo mejor cuando fui al programa de Canal Sur “Tal como somos”, a principios de los años 90. Tenía algo más de 40 años, ahora tengo 71 bien cumplidos.
Y lo peor, en el Rincón de la Victoria, una pelea entre El Cabrero y Luis de Córdoba. «El Candi» me dijo que yo había estado bien, pero todavía me acuerdo de los «palos» que me llevé por querer separarlos. Luis de Córdoba quería irse, pero El Cabrero no lo dejaba. Y ahí se formó la trifulca.

¿Fue fácil para ti tener ese duende? Crees que el cantaor, ¿nace o se hace?

Puedes aprender algo, pero esto se tiene que llevar dentro. Puedes escuchar, ver, canturrear, cantar mal y que te corrijan, pero si no lo llevas dentro no vale para nada.

¿A dónde crees que nos lleva el flamenco actual?

Siempre que haya compás me gusta. Rosalía y la gente joven, llevando compás lo veo bien. Valoro que haya gente joven que quiera interesarse por el flamenco. Camarón supuso un referente que yo también tomo como leyenda.

Para ti, ¿cuál sería el mejor representante del flamenco a lo largo de la historia?

Juanito Maravilla me ha gustado siempre mucho. Pero el que más me ha gustado es El Lebrijano. Tengo mucho cante de él. Por supuesto, recibiendo influencias también de Camarón o de Curro de Utrera. Yo añado mis cositas y las mezclo con las de El Lebrijano, pero siempre con cuidado de que no me copien otros artistas.

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¿Qué premio guardas con más cariño?

El del Club de Fútbol de Fuente Palmera, porque fue un acto sorpresa y además me regalaron una placa que guardo con mucho afecto.

¿Y por qué?

Porque no me lo esperaba y porque el campo estaba lleno de gente y me hizo mucha ilusión. Este acto coincidió en la época en el que tuve la oportunidad de ir al programa de Canal Sur “Tal como somos”, como ya dije antes.

¿Con qué leyendas del Flamenco has coincidido y con cuáles te hubiese gustado coincidir?

El Lebrijano, con el que coincidí varias veces. Con Luis de Córdoba, también coincidí mucho y me aconsejaba bien. Y con el que más dinero he ganado, pese a lo conflictivo que era, tras haber asistido a varias disputas suyas por su fuerte carácter fue con El Cabrero, que quiso ayudarme y me hizo ganar en una actuación 400 euros en pleno barrio de Triana (Sevilla), además que lo supervisó todo y me pagaron incluso por adelantado, como si fuese un profesional y todo gracias a él. Cuando por mi caché, lo que solían pagarme por entonces eran 150 o 200 euros, como mucho.
Me hubiese gustado concidir con Camarón pero en un premio nacional, porque yo he estado en su casa; también he coincidido en bares, pero en un escenario nunca y eso que me dijo una vez que yo cantaba parecido a él, lo cual me llena de orgullo, sobre todo viniendo de él. Con El Perro Paterna y con José Meneses, que los conocí, pero no coincidimos tampoco en el escenario. Y con Antonio Núñez “Chocolate” que coincidí con él en la Peña Flamenca de Rute. Aunque tengo que volver a decir, que la Peña Flamenca que más me ha ayudado sin duda, ha sido la Peña Flamenca Joseíto Téllez de Fuente Palmera. Porque los Carrolo siempre me han ayudado mucho con sus certeros consejos, incluso recuerdo que me equivoqué al tomar la decisión de no acompañar en el homenaje a Manolo Parada, pero creí que yo allí no pintaba nada y ahora me pesa no haber participado.

¿Por qué crees que gozas de tanto cariño entre tu gente de la Colonia de Fuente Palmera?

Mi familia eran personas muy apreciadas, pero desde mi participación en el programa de “Tal como somos”, la gente me conoció mejor y pasamos a ser muy populares.
Voy a contar una anécdota de aquella época, en la cual, tuvimos una actuación en la plaza y le canté a una nieta de la Talegona que vino a bailar. Pero el representante le dijo que la iba a hacer famosa como a su abuela, pero tras llamarla un día por teléfono, me dijo que “ese tío” la quería solo para ella y que nunca iba a hacerla actuar y que no podía ni hablar con él, ni incluso con sus propios familiares.
Recuerdo como si fuese ayer la Plaza Real y la calle Portales, llena de gente, y me llevaron a hombros cuando llegamos del programa de “Tal como somos”; si dicen que en un teatro caben 3.000 o 3.500 personas, ese día había incluso más personas aquí para recibirnos. Ese será un recuerdo imborrable.

¿Piensas que el Flamenco como referente cultural está lo suficientemente valorado en nuestra sociedad?

El Flamenco no creo que se pierda, mientras haya gente joven que siga con la tradición. Porque géneros musicales hay muchos y hay para todos los gustos.

¿Qué opinión te merece la apuesta cultural llevada a cabo por la corporación local en Fuente Palmera y más concretamente con el Flamenco?. Y además, ¿cómo crees que se podría mejorar?

El Ayuntamiento sí se preocupa por el Flamenco. Aunque se podría mejorar si por ejemplo el parque hubiese estado ubicado en un sitio cerrado, sobre todo por el temor a que sufran desperfectos y después no se reparen los daños.

Juan Vidal, junto a su placa del Parque del Flamenco

Dicen que el flamenco es una expresión artística que nace de la mezcla de muchas culturas: la árabe, la judía, la de los gitanos (que llegaron a España en el siglo XV y muchos se quedaron en Andalucía). Y con la cultura andaluza. De esa mezcolanza cultural en Andalucía surgió el Flamenco. Dicen que una posibilidad es que el nombre de Flamenco significase en su origen “campesino errante”. ¿Qué piensas al respecto? Porque también dicen que se asocia al blues o incluso al soul, expresando el lamento o el quejido de un pueblo, en este caso, refiriéndonos en sus orígenes a artistas negros de los años 40 ó 50

Cuentan que iban dos personas andando y uno como fuera, le da por tocar las palmas y al otro por chillar un poquillo, pero existiendo compás entre ellos. Y se paran y se miran el uno al otro y se dicen, «repite eso», y uno tocó las palmas y el otro volvió a cantar. Luego cogieron una chapa para hacer más ruido y con estas, llegaron a la tribu y todos callados presenciaron el tono representado por estos dos espontáneos y dicen que de ahí surgió el Flamenco.

Primeros registros del Flamenco. Existe una época en la que podemos comenzar a tratar el Flamenco de una forma profesional y documentada. Entre 1765 y 1860. Es a partir de este periodo donde empezarían a surgir tres focos importantes, que serían Cádiz, Jerez de la Frontera, y el barrio de Triana, en Sevilla. ¿Qué te sugieren esos lugares?

El flamenco viene de ahí, sí. Y que tienes que saber cantar.

De los siete palos del Flamenco, ¿con cuál te sientes más cómodo cantando?

A mí lo que más me gusta son la soleás, las bulerías por soleás, concretamente. También me gustan los tientos tangos, la petenera también es muy bonita bien cantada y por último los fandangos. A mí me gusta todo, la seguiriyas, la caña y las sevillanas que son preciosas, además porque son muy populares.

¿Por qué te dicen “el Grillo” y quién fue el primero en llamarte así?

El apodo viene de mi bisabuelo y más allá. El hombre se dedicaba a coger grillos y meterlos en una jaula y decía que mientras más hubiese mejor, porque así podrían cantar más fácilmente. El apodo ha seguido por generaciones hasta llegar a mi propio hijo. Aquí mismo por ejemplo, si me dicen Juan no miro, pero si me dicen “Grillo” ahí ya sí me vuelvo y sé que es a mí.

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¿Algo que no te haya preguntado y de lo que quieras dejar constancia?

Por ejemplo, cuando se juntaron en el restaurante de la estación de Renfe de Palma del Río, Camarón, El Lebrijano, Carlitos Sánchez, Luis de Córdoba, El Cabrero, Chiquetete, El Turronero, y le dice «el Candi» a Camarón, “vas a escuchar cante”, y empezaron a cantar todos en círculo hasta que llegaron a mí y yo también canté.
También conocí a El Pele de joven y cuando vino a la inauguración del Parque del Flamenco le recordé algunas anécdotas de joven, aunque el Pele decía no acordarse de esos orígenes humildes. La memoria que juega malas pasadas…
Aurora Vargas me aconsejó no entrar en el mundo del Flamenco: «todos van a comer de ti, va a haber para todos menos para tu mujer y tus niños». Y me aconsejó que no entrara y le hice caso.
También recuerdo la conversación con Paco Cepero, que me dijo una vez que yo no era Camarón y yo le dije, que por supuesto, pero que si fuera Camarón, él no me tocaría la guitarra a mí.
Cuando me presentaron a Manolo Sanlúcar, «El Candi», a raíz de la Peña Flamenca de Joseíto Téllez de Fuente Palmera, junto a su presidente Pepín, Antoñín y Manolo Carrolo, me dijeron: vamos a ir a escuchar a Manolo Sanlúcar que va a tocar la guitarra en Jerez de la Frontera, que aunque en un principio yo no podía ir, al final, sí pude asistir. Y además, después de su actuación me escuchó cantar en un sitio cerrado como este, en un bar.

También conocí en la Peña de Fuente Palmera a Paco Toronjo, que llevaba una botella de aguardiente muy fuerte y tras echarme un trago me dijo, “no sabes beber” y él se la levantó y le dio un buen trago y luego se puso a cantar y cantaba a las “mil maravillas”. En relación a esto último, recuerdo que estaba en Huelva trabajando en la autovía y vengo del supermercado cantando un fandango de Paco Toronjo y me encuentro a un niño, yo con mis mandados aún y el niño se puso a cantar el mismo fandango que yo, pero bien cantado y yo le dije, “vaya, ¿así cantas tú niño?”. Y me dice sí, porque estoy harto de escuchar a Paco Toronjo. Y me dijo que en la Peña Flamenca se encontraba siempre, pero por mi trabajo no lo pude conocer allí, pero sin embargo, como acabo de contar lo conocí aquí en nuestra Peña, que es cuando me dio ese trago de aguardiente. Casualidades de la vida.

Por último, quiero hacer una mención especial a Pedro López, de Cañada del Rabadán, guitarrista que me ha acompañado recientemente en varios eventos, para agradecerle su interés y disposición. Es un gran aficionado y también hace sus «pinitos» en el cante.

Bien Juan, ¿te importaría “dejarte caer” con algo que te guste y te represente?

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