La tradición de los huevos pintados tiene un origen centroeuropeo y llegó a la zona a finales del siglo XVIII, traída por aquellos primeros colonos que se establecieron en estas tierras. Es tal su arraigo en la población, que realmente no es necesario recordarlo ni organizar un gran evento en torno a la fiesta. Son las abuelas sobre todo, las que una vez que se va acercando el Domingo de Resurrección empiezan con los preparativos de pintar los huevos para los nietos y nietas, incluida la confección del clásico colgante de crochet donde se porta el huevo ya pintado.
En esta ocasión, y después de varios años sin celebrarse, el Ayuntamiento ha organizado un concurso-exposición con el objetivo de potenciar esta tradición milenaria. Un total de 92 personas, en especial jóvenes, han participado en el certamen que tuvo lugar en la plaza. Se establecieron cinco categorías por ciclos educativos más la de adultos. En la categoría infantil, de menores de cinco años, hubo 24 participantes. En los de primer ciclo de primaria, de seis a ocho años, hubo 16. En segundo ciclo de primaria, de ocho a diez años, hubo 28. En tercer ciclo de primaria(once años) participaron 10. De secundaria lo hicieron 4 y en adultos comparecieron 10 participantes.
Mientras tenía lugar la exposición y el jurado dirimía el veredicto, los más mayores del lugar recordaban la tradición de cuando ellos eran niños. Candelaria y Carmelita, dos de las abuelas presentes en el acto con sus familias y niet@s, contaron que había varios métodos a la hora de pintar los huevos. Por un lado, se hervía en primer lugar un trapo, casi siempre rojo, color característico de los huevos de pascua, que con la cocción soltaba ese color rojo en el agua. A
continuación, se echaba el huevo, el cual al hervir absorbía esa especie de tinte y quedaba perfectamente impregnado. También existieron otras técnicas como las de usar los polvos de colores que se vendían antiguamente en las tiendas para pintar las fachadas de las casas, que normalmente se pintaban de blanco y de otro color. Asimismo, se utilizaba el llamado colorín, que no era otra cosa que la ya desaparecida Mercromina(nombre comercial de un antiséptico compuesto en su mayor parte por merbromina), que luego fue sustituida por el también fármaco Betadine(povidona yodada), el cual ha sido usado en esta edición por alguna de las abuelas para pintarle el huevo a sus nietos o nietas. Por último, incluso existió otra fórmula que era pintarlos con azafrán.Entre las anécdotas que nos contaron ayer las abuelas, a los niños y niñas se les solían «caer» los huevos del bolsito de crochet, y como se rompía, con esa excusa se lo comían e iban a pedirles otro. Normalmente, hace cincuenta o sesenta años, cada niño o niña podía disponer de dos o tres huevos, o alguno más que lo preparaban las madrinas u otros familiares.
Era raro que hubiera un niño o niña con bastantes huevos pintados, ya que la situación en aquella época no era la idónea tampoco para derrochar una alimento tan básico.También nos contaba Candelaria que la fiesta antes se prolongaba tres días: Domingo de Resurrección, lunes y martes. Respecto al colgador de crochet, las abuelas que siguen confeccionándolo suelen hacer uno nuevo todos los años. Hay algunas que prefieren guardarlos, aunque no es muy complicado de fabricar. Lo que sí es verdad es que entre la juventud, son menos las mujeres que saben hacer crochet. Por lo visto y escuchado, los hombres parece que siempre se han mantenido al margen de estas labores.
Por último, añadir que todos los pequeños y jóvenes que participaron en el concurso recibieron una bolsa de chuches y los ganadores en cada categoría fueron premiados con un detalle más significativo(material escolar). Los vencedores fueron:
– Emilio, en infantil.
– Julia, que diseñó una original hormiga usando tres huevos pintados de negro.
– Marta, con un huevo de un pollito con plumas incluidas.
– Francisco, que también le dio forma de pollito a su huevo.
– Jesús, que relacionó su obra con un Loco de la popular danza de Fuente Carreteros.
– Antonia, en categoría de adultos, que presentó un canasto con varios huevos pintados de diferentes colores y uno gigantesco de avestruz, que también representaba la cabeza de un Loco, con pañuelo incluido.