Eduardo vive en la calle Portales número 55, se está sacando el doctorado en la Universidad de Córdoba y es hijo de Francisco Ostos Bolancé y Mª del Carmen Garrido Rodríguez.
A continuación, le ofrecemos íntegramente el pregón de Eduardo:
«Debo comenzar por devolverle a mi presentador, Juan Jesús, el mismo afecto y cariño que ha volcado en sus palabras. Gracias querido Jesuri.
Buenas noches, Señores Párrocos, Hermanos Mayores de la Hermandad de la Purísima Concepción, Hermandad de Nuestra Señora y Madre de Los Dolores, Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre y Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, hermanos Costaleros y gente del pueblo, bienvenidos todos.
Antes de empezar le quiero dedicar un Padre Nuestro a todos nuestros hermanos que no están aquí presentes, pero que nos estarán viendo desde arriba:
Padre Nuestro,que estás en el cielo.
Santificado sea tu nombre.Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Amén.
El pregón del costalero, que puedo decir yo de ser costalero, si me comparo con compañeros míos, yo llevo nada de tiempo.
Este año me llamó nuestro amigo Manuel Jesús “Machuli” para ofrecerme el pregón del costalero; en ese momento dije para mí que no lo hacía, pero a la vez se me vino el primer día que fuí costalero con Nuestro Padre Jesús Nazareno, un 6 de agosto del 2005, y el tiempo que había transcurrido desde que empezó mi andadura como costalero y hermano de esta hermandad donde siempre me he ofrecido a ella, pues me lo pensé y decidí aceptarlo.
Os voy a contar mis experiencias y vivencias como costalero. Seguramente no las expresaré bien porque es algo que no se puede explicar, es una cosa que tienes que vivirlo y sentirlo desde el corazón.
Yo, como todos sabréis, soy costalero de Nuestro Padre Jesús Nazareno y también salgo con el Santísimo Cristo de la Sangre.
Ser costalero no significa sólo sacar el paso, también significa llevar una vida cristiana y estar cerca del Señor. Yo no soy el más apropiado para decirlo porque desde hace unos años cada vez vengo menos a misa, y eso que siempre tengo a mi madre y a mi tía Sara detrás diciéndome que las acompañe.
Mi comienzo de costalero en la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno fue un 6 de agosto, ese día fue especial e inolvidable. Yo quería ser costalero de Nuestro Padre Jesús Nazareno pero me tenía que esperar a la Semana Santa del siguiente año, pero al saber que salía en agosto aproveché la situación y me puse en contacto con el que era el capataz en ese momento, y me dejaron un costal para el ensayo que se hizo y salí. Al ensayo llegué asustado sin saber cómo se hacía un costal, sin saber trabajar con el costal, pero bueno allí estaban todos sus costaleros que en ese momento me enseñaron a trabajar debajo del paso, de ellos solo quedan muy pocos.
Y llego el día de la salida, ese día fue muy caluroso, no corría ni gota de aire. Ese día estuve muy nervioso y con un cosquilleo en la barriga que no era capaz de evitar, hasta que coloque el costal debajo de mi trabajadera y levante al Señor dentro de su casa, allí ya todo se calmó, ya había llegado ese momento que tanto esperaba, ser costalero de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Desde entonces esas cosquillas y esos nervios siguen llegando año tras año, y esas ganas que tenía desde ese día de sacar a mi Nazareno no han desvanecido. Es Él, el que me da fuerza en mis días malos, es el que me ayuda cuando lo necesito, el que nunca me ha fallado, aunque nosotros si le fallemos a él.
Para mi Nazareno no lo he escrito yo, pero lo leí y me gusto mucho:
¡Cuando pasas Nazareno con tu cruz sobre los hombros por las calles de mi pueblo!
¡Cuando pasas Nazareno resignado de dolor por el peso del madero!
¡Cuando pasas Nazareno con tu frente bañada en sudor dejando gotas en el suelo!
¡Cuando pasas Nazareno con tu cruz sobre los hombros por las calles de mi pueblo!
¡Ay Nazareno por mí sufres… por mí te humillan…Ay Nazareno que por mí das la Vida!
¡Ay Nazareno déjame por un instante ser Simón de
Cirineo déjame ser constante y cargar con el madero!
¡Cuando pasas Nazareno con tus pies en carne viva la gente tiene miedo de aliviar tus heridas!
¡Cuando pasas Nazareno con tu cruz sobre los hombros por las calles de mi pueblo!
¡Tu paso Nazareno es el fiel reflejo de la vida… del que sufre…del pobre…del marginado…!
¡Ay Nazareno…Nazareno de mi pueblo transforma nuestra envidia en un corazón de hermano!
Dentro de esta hermandad he hecho gran amistad con sus costaleros, sobre todo con el que comparto trabajadera desde hace muchos años y con otros que no la comparto. Con todos ellos he montado la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la colocación de las flores, la colocación de los vía crucis que adornan nuestro paso, hemos compartido los nervios de las salidas, hasta que llega el gran momento, sacar a nuestro nazareno, aunque hubo años que este trabajo se vio refugiado en la casa de nuestro señor, por causa de la lluvia. Con ella vino también tristeza y llantos, aunque intentamos tomarnos la lluvia como una prueba de fortaleza, para seguir estando ahí esperando al siguiente año con la misma ilusión que el primero.
También recuerdo el primer día que salí con el Santísimo Cristo de la Sangre, fue un día de procesión en el año 2010, ese año hice el recorrido casi entero. Las sensaciones eran las mismas pero esta vez llevaba a mi señor Crucificado. También recuerdo con mucho cariño la experiencia del año pasado, que celebré mi cumpleaños debajo de Él.
Esta hermandad me acogió con las manos abiertas y no me falta hueco para meterme debajo de nuestro Santísimo Cristo de la Sangre cuando llega al barrio donde me he criado, los Remedios, y poder pasearlo por sus calles. Donde empiezo es en el callejón de Paco Mena, ese callejón tan estrecho y bonito para mí, desde allí ya se ve la plazoleta por los respiraderos, donde me vienen muchos recuerdos. Cuando me voy acercando a la calle Portales, sólo pienso que podía haber sido más largo el recorrido, porque no me quiero salir, quiero seguir paseando a nuestro Señor. Una vez que Nuestro Señor encara la Iglesia es ya mi momento de dejar entrar al costalero que me dejó su sitio y acompañar al Señor hasta su casa. Fue una experiencia diferente porque es otra cuadrilla de costaleros y entre ellos se encuentran mis amigos. Qué decir de esta hermandad…
Para el Santísimo Cristo de la Sangre, este poema tampoco es de mi cosecha:
“En la cruz está la vida y el consuelo y ella sola es el camino para el cielo.
En la cruz está el Señor de cielo y tierra y el gozar da mucha paz, aunque haya guerra.
Todos los males destierra de este suelo y ella sola es el camino para el cielo.
Es una oliva preciosa la santa cruz, que con su aceite nos unta y nos da luz.
Alma mía, toma la cruz con gran consuelo. Que ella sola es el camino para el cielo”.
Una vez que llega el Jueves Santo, no llega un día cualquiera, llega ese día en el que junto con mis compañeros somos los pies del Señor, los que tenemos que hacerlo andar por las calles de nuestro pueblo. Ese día en el que recordamos cuando nuestro Señor se dirigía a la cruz para morir por nosotros.
Todos los Jueves Santos al salir de mi casa, me dirijo a la casa del Señor a escuchar la misa antes de salir en penitencia. Después de la misa nos reunimos todos los costaleros para entrar juntos a la casa del Señor, donde nos preparamos para nuestro gran día. Allí, dentro de la sacristía ya se notan los nervios y la tensión, todos queremos que salga lo mejor posible, y para ello tenemos que estar todos muy unidos. Una vez fajados y con el costal colocado, siempre rezamos y le pedimos al que vamos a sacar que nos ayude en nuestra penitencia. Una vez que llega la hora de meterse debajo desaparecen esos nervios porque ya llegó ese día que esperas con impaciencia año tras año, nuestro día el Jueves Santo, donde sale Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Una vez en la calle vas mirando por las rejillas viendo las calles de tu pueblo para saber por dónde estás, el recorrido parece largo pero cuando te das cuenta ya lo has recorrido. Una vez que entras en la calle Portales ya se ve la puerta de la casa del Señor, hay ya piensas lo poco que te queda y solamente quieres que se alargue un poco más porque no quieres todavía llevarlo a su casa, quieres seguir disfrutando paseándolo por el pueblo, donde siempre va acompañado por su Madre, que es llevada por una cuadrilla de costaleras que la pasean de una forma preciosa. Esas costaleras que tienen una fuerza increíble, como la madre de nuestro Señor y nuestras madres, las que nos acompañan en todo momento, las que nunca nos abandonan. Esa fuerza la expresan los dos días de procesión donde ellas llevan a la Madre de nuestro Señor detrás de Él, tanto cuando va cargando la cruz como cuando está crucificado. Esas costaleras que se merecen el respeto de nosotros, porque ese acto de penitencia es algo envidiable.
Por ellas y por todas nuestras madres que se merecen todo lo mejor del mundo recemos un Ave María.
Dios te salve María, llena eres de gracia El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte,
Amén
Menos paso quiero…… pararse hay……..hayyyyyyyyyy quedo
Gracias a todos por haber asistido al pregón».