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El mundo donde los políticos son niños

Vergüenza sería uno de los adjetivos que me saldrían para catalogar lo visto hace unos días en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona. Ver a dos representantes del pueblo jugar con banderas en el balcón, en un día que el centro de las miradas debía ser otra cosa.

Ver a dos políticos que los ha elegido el pueblo, jugar al juego del si lo haces tú, pues yo también, creo que puede crispar los ánimos en la sociedad. Es cierto, que había en juego unas elecciones que Artur Mas ha convertido en Independencia sí o no. Sin embargo, eso no puede justificar que se de semejante espectáculo, siendo personas que representan a alguien.

Pero es que parece que muchos políticos no entienden porqué llegan hasta ahí, o quién los hace llegar ahí. Es cierto que el sistema no es tan puro como parece, nosotros no elegimos a quién va, porque no podemos participar en las primarias de cada partido, ni tampoco todos las tienen. Sin embargo, ellos deberían de saber qué cargo tienen, qué deben hacer, y cómo deben comportarse.

Se habla de aires de renovación, de cambiar la política, de los nuevos políticos, y algunos se indignan. Acaso no es necesaria una renovación de la política. ¿No deberíamos cambiar las formas de los políticos? No podemos permitir, como ciudadanos, que los representantes del pueblo estén ajenos al pueblo. Por su parte, ellos no deben de entrar en los juegos que al final le llevan al olvido del ciudadano. No podemos volver a ver esos episodios de “y tú más” que parecen demostrar políticos para no debatir con argumentos, sino para atacar, atacar y atacar. Estamos en un momento en el que se necesita diálogo, se necesita debatir, y se necesita aunar fuerzas. No podemos ir por el mundo jugando a sacar banderas, y a romper la baraja en colores. Los colores se perdieron, las banderas quedaron tras salir los resultados de las urnas, una vez pasado todo esto, se debe de pensar en los ciudadanos, y dejar atrás todo lo que no sean ganas de mejorar la ciudadanía.

Suena utópico, pero en realidad, debería sonar a lógico. Parece raro, pero debería de ser la normalidad. Los políticos están para representar y defender, no para atacarse y romper. Los políticos deben unir, aunar, ser responsables y trabajar, no dividir, pelear y entorpecer. Las bases han de estar claras, cuando uno entra en política lo hace para trabajar, para mejorar, para conseguir, lo hace por el bienestar general, y no por colgarse una medalla. Atrás deben quedar las políticas del medallista, del esto lo hice yo, y tú lo has hecho mal. Atrás debe quedar aquella época en la que los partidos estaban por encima de las personas, volvamos a lo que fue la democracia, regeneremos lo que tuvimos, y cuando lo hayamos puesto en orden, tanto en las palabras como en las personas, entonces, volveremos a disfrutar de los procesos democráticos.

Para esto, debemos de tener algo claro, y a mí me gusta decirlo claro, sin miramientos. Así lo dije en el último discurso, y así lo seguiré manteniendo, «miren a su izquierda, miren a su derecha y piensen que tienen al lado, tienen personas, no banderas, tienen su pueblo, no su idea; tienen su vida, su pasado, su presente, no tienen una doctrina o una ideologia. Les digo que miren a su alrededor, y piensen si es mejor dividir el pueblo en colores, o hacer que los colores trabajan en conjunto para unir”.

Lo que veo con estas acciones, es que los políticos se convierten en niños. Y pienso, ¿no sería mejor darle la vuelta a la tortilla, y hacer que los niños quisieran ser políticos? Valoremos, trabajemos y reforzemos. De los que representan al pueblo dependerá el darle la vuelta a la tortilla o no.

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