Estos versos se cantaban como epílogo a las fiestas del Carnaval. En ellos puede verse la importancia que tenía esta fiesta en nuestros pueblos, hasta mediados de los años cincuenta, del pasado siglo.
Los tres días de Carnaval y el domingo de Piñata eran festejados con mucha más intensidad hace cincuenta años de lo que se hace ahora. Esta fiesta se celebra, como sabemos, los días que anteceden al miércoles de ceniza. El sentido de la misma, es divertirse intensamente antes de la entrada de la cuaresma, tiempo de penitencia. El último día de Carnaval nos trasladábamos los colonos a la finca de La Estrella, que por aquella época de mediados de los cincuenta del pasado siglo estaba poblada de palmas de monte bajo.
Las murgas eran el alma de las fiestas, con sus canciones en las que reflejaban de forma picaresca hechos acaecidos con anterioridad. En ocasiones salían más de una, hecho que pasó el año 1935, cuyas coplas traigo a colación, cuya salida causó gran impacto a los colonos de entonces, prueba de ello es que sus canciones son recordadas actualmente, cuando se acompañaban de música de viento: guitarras, bandurrias, laúdes y violines. Se las llamaba “estudiantinas”.
Traigo hasta aquí las coplas cantadas por dos murgas:
Las primeras corresponden a una del año 1905, que se denominaba “Los Bandoleros”.
Una de matiz político:
Mandan al rubio Bernier
Con tan riguroso mando
Si no me das el dinero
Mañana viene el embargo.
Como dos bravos leones
Entran saqueando al pueblo.
Malo serás liberal,
Pero adiós conservador
Que nos has dejao clavao
Como se quedó el Señor.
Otra copla de un suceso ocurrido:
Camino del Ochavillo
Señores vais a saber
Un chasco curioso y raro
Que nos pasó antes de ayer
Estábamos apostados
En medio de unos matojos
Esperando a un señorito
Que traía dineros a manojos
Cuando lo sorprendimos
Nos respondió sin tino
El dinero que yo traigo
Son dos cachos de tocino.
También adjunto las coplas cantadas por las murgas que salieron el año citado de 1935: El avión y el barco. Para sacar el barco tuvieron que hacerlo izándolo por la pared de un corral debido a lo grande que era.
BARCO
Somos valientes marinos, nadie nos podrá dudar
Peleamos en Lepanto y también en Trafalgar.
Peleamos, peleamos…
con panteras y tigresas, mano a mano.
Somos capaces de sacarle
Los ojos a diez leones,
Y nunca discutiremos con los 9 baviecones
Como ustedes son así,
Les vamos a suplicar,
Tengan cuidao con la vela
No la vayáis a menear.
AVIÓN
Tu capitán de este barco,
a que vienes presumiendo
con las patas en la espalda
que te dieron este invierno,
y nosotros comprendimos
que tú no tuviste vista
te metiste en un sitio
donde hacia falta más guita.
AVIÓN
Al pasar por Carretero,
Nos ha dicho el aguacil
Que un barco con marineros
Navegando estaba aquí.
aceleramos la marcha
para llegar cuanto antes
y le vendimos este aparato
para llevar al asilo
a Pepe y al Tato.
Vienen a mi memoria unas murgas que me impactaron y recuerdo de mi niñez: los gitanos, los locos, los del chupe, los viejos, la estudiantina y los Charros.
La juventud de aquella época bailaba durante todo el Carnaval a los juegos de corro. Consistía, como sabemos, en hacer un círculo, y dentro de él, dos parejas cogidas de la mano, danzaban al son de las canciones cantadas por el grupo. Al término de cada una de ellas se cambiaban las parejas.
La canción que más se oía era la de la flor del romero, que repetía a cada estrofa los siguientes versos:
A la flor del romero
romero verde,
si el romero se seca
ya no florece,
ya no florece
que ha florecido,
que la planta del romero
ya se ha perdido.
Esos dos que van en medio
Que parejita que son
Si la vista no me engaña
El novio y la novia son.
Otro juego de corro era conocido por el “cantarete”, púes lo que lanzaban de uno a otro los jóvenes, puestos en círculo, eran cántaros y botijos, con el consiguiente peligro para el que los recibía, ya que en más de una ocasión, al cogerlos se rompían.
Durante los días de Carnaval y domingo de Piñata, se tiraban los “papelillos”, que pacientemente se habían cortado para estas fiestas.
Los disfraces que conocíamos como “máscaras” se elaboraban con ropa vieja de los usuarios, no como en la actualidad que compramos ya fabricada.
Terminaban las fiestas del Carnaval con el domingo de Piñata, que se colocaba sobre la farola de la plaza o en un baile.
Como en otras fiestas, se podían alternar, los juegos antes dichos, con la carrera de sacos, carreras de cintas de caballos, de bicicletas y las carreras de burros.
FRANCISCO TUBÍO ADAME.