Antonia Soto, en su casa de la calle Plata de Fuente CarreterosHoy nos detenemos en la figura de Antonia Soto Carrasco, vecina de Fuente Carreteros de 94 años que ha sido reconocida con el Galardón al Compromiso y Puesta en Valor de los Valores Patrimoniales y Culturales de Nuestra Provincia por una vida dedicada a la defensa de la gran tradición y seña de identidad por antonomasia de la entidad carretereña, la Danza de Los Locos, especialmente por su labor en la recuperación del baile en 1982.
Antonia Soto, conocida como Antoñita, nace un 7 de enero de 1923. Como todos nuestros mayores, en su niñez, vivió algo tan cruel como la Guerra Civil y una larguísima posguerra, con falta de todo, a veces hasta de pan. Aprendió a leer con poca escuela, ya que tenía que cuidar de su hermano pequeño, mientras el resto de la familia trabajaba en el campo, de donde ha salido el sustento para la familia.
Antoñita recuerda con amargura las fatigas que pasaban y los muchos trabajos que ha desarrollado en su vida, la siega, recogida de aceitunas, algodón y todos los que podía realizar, sin importarle lo duros que fueran.
También estuvo muchos años limpiando casas. En 1948 se casó con Valeriano Mínguez, con el que tuvo siete hijos, de los que viven cinco: Juan José, Antonio, Eugenio, Rafalín y Raimundo. Tres de ellos viven en Fuente Carreteros, uno en Palma del Río y otro en Barcelona. Antoñita tiene 13 nietos y varios biznietos.
Pero a Antoñita la vida le fue muy difícil y dura, ya que en 1962 se quedó viuda y, a partir de ahí, tuvo que sacar a sus hijos adelante entre mil apuros, sin paga de viudez y con la ayuda de unos y otros.
Nos cuenta que de pequeña su abuelo la llevaba a ver bailar a Los Locos, donde él mismo participaba como danzante.
Fue ahí cuando ya despertó en ella un sentimiento especial hacia la fiesta y hacia esos vecinos que ejecutaban un baile tan característico. Eran los años previos a la proclamación de la Segunda República y posterior Guerra Civil, momento en el que la Danza de Los Locos se perdió. No sería hasta la década de 1950 cuando Los Locos se volvieron a ver tímidamente, hasta que en 1963 llega una fecha significativa con la participación en la final del XV Concurso de Canciones y Danzas de España, celebrado en el Teatro María Guerrero de Madrid. El Baile de Los Locos de Fuente Carreteros obtuvo el segundo puesto. No obstante, poco después, todavía en la década de 1960, la tradición volvió a desaparecer.
Antoñita, con un brillo especial en los ojos y una sonrisa sorprendente y cautivadora, recuerda muchos detalles y nos sigue contando como una semana antes del 28 de diciembre, recorrían todas las casas del pueblo pidiendo anillos, collares, broches y todo tipo de alhajas y adornos para que Los Locos salieran muy bien vestidos y llenos de colorido. Ese día empezaban a las seis o a las siete de la mañana a vestirlos, una tarea en la que Antoñita participó activamente y en la que «disfrutaba muchísimo». También narra que «todos los adornos los teníamos que coser bien cosidos para que no se perdieran, ya que luego teníamos que devolverlos a sus dueños. Era una forma de hacer partícipe a toda la población de la tradición local».
La ceremonia o protocolo de vestir a Los Locos ha sido de siempre algo muy respetado, emotivo y especial en Fuente Carreteros, una labor en la que las mujeres ponían -y ponen- mucho mimo y esmero, ya que preparaban a los danzantes para el gran acontecimiento de la localidad. Antoñita cuenta que fue una tía suya la que la enseñó a vestirlos y a elaborar los trajes. Recuerda que Los Locos se ponían la ropa encima del pantalón, lo de las medias vendría luego, y que utilizaban los zapatos que cada uno tuviera. Eran años de gran necesidad, pero siguieron bailando. Asimismo, añade que las diferentes danzas se dedicaban a los vecinos, lo cual se mantiene hoy en día, pero la diferencia era que, por ejemplo, la pagaba un hombre para que se la dedicaran a su novia. Y lo recaudado era para Los Locos.
Su afición por la danza también se incrementó debido a que su marido participó en el Baile. Igualmente, tres de sus hijos participaron en la recuperación de la danza en 1982: Raimundo con la guitarra y Eugenio y Rafael de escopeteros. Llegaba así la última gran fecha clave, púes el 5 de julio de 1982 Los Locos de Fuente Carreteros reaparecían en todo su esplendor. Junto a Antoñita, que se encargó del tema de la vestimenta, hubo otros tres vecinos que contribuyeron notablemente a dicha recuperación: José Díaz Rossi, Eleuterio García y Félix Rodríguez, los cuales se encargaron de los bailes, los instrumentos y la música.
En estos 35 años, Antonia Soto ha seguido vistiendo a Los Locos cada 28 de diciembre y hasta hace tres años subía al Ayuntamiento para ayudar y dar el último toque dada su experiencia. Si está bien de salud, Antoñita va a verlos bailar a la Plaza.
Sobre el premio que le han concedido se muestra muy contenta, aunque será una de sus nietas la que lo recoja, ya que la gala empieza a las ocho y media de la tarde.
Desde el Ayuntamiento de Fuente Carreteros, que propuso a Antoñita para estos galardones, creen que personas como ella, humildes y sencillas, son las que escriben las historias de los pueblos. «Por su ejemplo humano, su entereza, su talante, amabilidad y generosidad en su aportación a que la Danza de Los Locos recuperara su esplendor hace 35 años, para que hoy sea seña de la identidad de Fuente Carreteros, la creemos merecedora de este premio, por su larga vida con sus 94 años».
A día de hoy, el Baile de Los Locos es la única tradición popular de carácter folklórico que pervive desde el mismo origen de la colonización, siendo Fuente Carreteros el único pueblo que la conserva, ya que se tiene conocimiento de que se bailó en La Carlota, San Sebastián de los Ballesteros, La Luisiana y Cañada Rosal, además de, por supuesto, Los Locos de La Herrería.
La mayor parte de lo que sabemos de la Danza de Los Locos se ha ido transmitiendo de padres a hijos.
Numerosos investigadores han intentado señalar con precisión el primer origen del baile, pero todo son hipótesis: danza tradicional de procedencia no del todo fiable. No obstante, una mayoría apunta a un origen tirolés debido a la cantidad de abalorios y adornos que llevan cosidos en los trajes, costumbre del Tirol. De esta zona centroeuropea procedían muchos colonos de los que trajo Carlos III y que recalaron en Fuente Carreteros.
La primera referencia escrita la encontró Francisco Tubío, cronista oficial de Fuente Palmera, en los archivos municipales de Écija a través de un relato fechado en 1904 del cronista y secretario de la ciudad astigitana, Manuel Ostos Ostos, en el que describe el paso en romería de la Hermandad de Los Locos por Écija un 28 de diciembre, ejecutando las danzas entre una muchedumbre.
