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Acoso escolar. ¿Pérdida de valores?

Ana Adarve. Psicóloga
Recién estrenado el curso escolar, se hace necesario hablar de un problema que, aunque ya existe desde hace muchos años, últimamente está alcanzando unos niveles de incidencia y de gravedad realmente preocupantes: el acoso escolar o bullying.

Según datos de la organización “Bullying sin Fronteras”, en el curso 2021/22 se han detectado en España más de 11.200 casos de acoso escolar, un 20% más que el año anterior y según la UNESCO un tercio de los adolescentes del mundo lo ha sufrido recientemente.

El primer paso para prevenir los casos bullying, es que tanto padres, educadores como alumnos tengan un concepto claro de lo que es el acoso escolar, para así, poder identificarlo y ponerle freno. Con demasiada frecuencia tendemos a normalizar comportamientos que no lo son.

El acoso escolar es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado, tanto en el aula, como a través de las redes sociales, en ese caso se conoce con el nombre de ciberacoso.

Entre los principales tipos de acoso se encuentran:

Acoso verbal: Se caracteriza porque el acosador expresa palabras crueles, insultos, amenazas, intimidación, bromas y frases excluyentes sobre la apariencia, la condición sexual, la etnia, la raza o la discapacidad de la víctima.

Acoso social o relacional: Este tipo de acoso es más complicado de detectar y suele suceder a espaldas de la víctima. El objetivo suele ser que la persona no se una o no forme parte de un grupo. Ya sea en el comedor, en los partidos de fútbol del recreo o cualquier actividad social o educativa del centro, la víctima es ninguneada o repudiada por sus compañeros.

Acoso físico: Se caracteriza por un comportamiento agresivo e intimidatorio por parte del acosador, que incluye patadas, golpes, zancadillas, bloqueos o empujones. Es la forma más conocida de Bullying.

Ciberacoso: Es un fenómeno que ha nacido debido al auge de las redes sociales. Se caracteriza por el acoso o la intimidación producida a través de las redes sociales, mensajes de texto y correos electrónicos.

Acoso sexual: Este tipo de bullying es posiblemente el más complicado de analizar, pues muchas personas se niegan a aceptar que haya niños/as que realicen este tipo de conductas. Esta clase de acoso en la escuela se caracteriza por comentarios machistas u obscenos, por tocar a la víctima en lugares íntimos o presionar a esta para que haga algo que no quiere (por ejemplo, ver películas para adultos). Esta clase de bullying puede causar graves problemas psicológicos y marcar para siempre las relaciones íntimas y afectivas de la víctima.

Por mi experiencia como profesional de la psicología, observo en consulta un aumento alarmante del acoso social o relacional, sobre todo en niñas. Es un maltrato silencioso que pasa desapercibido, y que incluso, tanto el que lo ejerce como la persona que lo sufre, no identifica como tal.

Pero no hay nada más doloroso, y sobre todo para un adolescente, que su grupo de referencia le haga el vacío, cuando con esa edad hay una necesidad imperiosa de pertenecer, de identificarse, de encajar. Este tipo de maltrato deja secuelas psicológicas muy importantes.

Además de tomar medidas para la prevención, también es muy importante detectar el acoso cuando ya se está produciendo, para no alargar en el tiempo el sufrimiento del niño o la niña. Aquí juegan un papel fundamental los padres y los profesores.

Por un lado, los profesores deberán estar atentos a señales como el aislamiento en el patio del recreo, bajada de notas notoria y drástica, problemas conductuales que antes no presentaba el niño o la niña…etc.

Por otro lado, los padres deberán estar alertas a quejas físicas como dolores de cabeza y de barriga continuos, negativas para ir a clase, tristeza, problemas de sueño, pérdida de apetito, malas contestaciones, nerviosismo…etc.

Es vital que se hable de acoso escolar en las aulas, que se impartan cursos de formación en prevención y detección para alumnos, padres y profesores, que se eduque en valores y referentes, y por supuesto, que haya un protocolo de actuación claro ante los casos de acoso, con unas consecuencias claras para este tipo de comportamientos, ya que la mayoría de los niños y niñas que lo sufren no lo denuncian por miedo a las represalias, conscientes de que en la mayoría de los casos no se actúa a tiempo ni con medidas claras y contundentes, lo que les hace vivir en una situación de indefensión que en ocasiones puede tener un final trágico.

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