Esta última representación, «El Rey Tiburcio busca novia», fue el colofón a una velada espléndida, bajo una temperatura casi veraniega, que no resultó larga para los espectadores, sino casi todo lo contrario. Y es que las carcajadas fueron de menos a más. Para abrir boca, una obra corta, «Muñequita de trapo», basada en la mímica y protagonizada por los hermanos Carolina y Manuel Castell López.
A continuación, representaron «Sangre gorda», un sainete de 1909 de los hermanos Álvarez Quintero que ya se ha convertido en un clásico en el repertorio de la compañía colona. Los personajes de esta obra son Santiago(Manuel Castell), un hombre calmado, tímido, muy andaluz y muy sangre gorda(lento hasta la desesperación), y Candelita(Conchi Lesmes), de buen porte, con mucho garbo y salero, la muchacha que él visita durante dos años pero no es capaz de declararle su amor. Ante tal panorama, Candelita hace que se le declare dándole celos, para lo que se inventa que Juan María, el novio de su hermana Dolores, la corteja, logrando finalmente que Santiago se le declare. Al final, ella le cuenta la verdad del engaño y le pide una prueba de fidelidad para convencerse de que realmente la quiere.
Y por último, otro sainete, este en verso y ambientado en la época medieval, que cuenta las vicisitudes de un rey ya entradito en años, Don Tiburcio(Ramón Dugo), que está desesperado por encontrar novia y tener un heredero, para lo que pide ayuda a un marqués, Don Baldomero(Manolo García). Este le encuentra a tres guapísimas, refinadas y aristocráticas damas candidatas: Doña Sancha(Raquel Aguayo), Doña Berenguela(Carolina Castell) y Doña Urraca(Cristina Rodríguez). La obra es muy divertida, llena de frases y diálogos picantes, y en la que no podía faltar la presencia del bufón de la corte(Manuel Castell López). Como el rey no encuentra lo que quiere, se venga del marqués en un final tan sorprendente como imprevisible, ya que el monarca, ante tal frustración, se vuelve atraído por Don Baldomero y le persigue por el escenario como epilogo a la función.
El público, en torno a 300 personas, se levantó de los asientos para aplaudir al unísono a todo el elenco de actores, que demostraron tener muchas tablas, así como al resto de componentes de la Compañía Ilusión, púes todos trabajaron para que la puesta en escena resultara perfecta, acompañada además por un equipo de luz y sonido que estuvo a la altura de los artistas.