Hay un dicho que me encanta que dice algo así como “las personas inteligentes buscan tener a su alrededor otras más inteligentes”. De ahí es de donde parte mi interés por todos y cada uno de los que me rodean. Si soy yo la que decido que quiero teneros cerquita de mí, ¿por qué creéis que será?
Saco de vosotros todo lo que sin daros cuenta me enseñáis día a día, os exprimo al máximo solo con mantener alguna conversación o mientras os observo al hacerlo con otras personas.
Huyo de las personas tóxicas, esas que no me aportan absolutamente nada positivo, que solo saben quejarse sin pensar en que “quizás” ellos tienen algo de culpa de todo lo que les sucede.
Me acerco a ti, que me aportas seguridad, cuando estoy insegura.
Necesito escuchar tu opinión cuando estoy a punto de explotar porque no controlo mis emociones.
Te escucho con toda la atención posible mientras me explicas aquello que no entiendo.
Te leo cuando escribes algo que siempre me enseña.
Pero todo esto que ahora si soy capaz de hacer, antes me pasaba desapercibido.
Tú me has enseñado a gestionar mis emociones, me has enseñado a respirar antes de reaccionar con un impulso del que luego te puedes arrepentir.
Vosotros, que sin querer que participase mucho me enseñasteis a ser asertiva, paciente y reflexiva. Nunca sabréis todo lo que aprendí de VOSOTROS.
No recuerdo el nombre, pero no olvido a aquella persona que dándole la vuelta a las cosas conseguía que las “cosillas” negativas de uno mismo se transformaran en algo positivo, de lo que presumir.
Hay tanto y tanta gente…lo importante es ser capaz de reconocer que todos nos necesitamos. Para crecer, para hacernos personas, para vivir en armonía. No solo con los demás, también con nosotros mismos.
Aquello de “serás más feliz si puedes hacer feliz a otro”, o “dime con quién andas, y te diré quién eres”.
Pero sobre todo “yo tengo derechos y quiero que los respetes”, pero “sé que tú tienes derechos y yo quiero respetarlos”
