Trujillo (Rafael Leónidas Trujillo, 24-10-1891/ 30-5-1961), el dictador dominicano, había realizado uno de sus actos represivos a los que ya tenía acostumbrada a la sociedad dominicana, pero, lo que no pudo adivinar, es que éste supondría el inicio de su fin (y de su dinastía política) y se acabaría convirtiendo en un hecho digno de recuerdo a nivel mundial y anualmente.
No había pasado un año cuando Trujillo fue asesinado (ajusticiado decían algunos diarios), y este atentado puso final a su vida, acabando con la dictadura.
El asesinato de las hermanas Mirabal, y su intento de encubrimiento, supuso un hito en la visión de la mujer y su estatus. Así en 1981 se realizó en Bogotá (Colombia), el Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe. Y una de las decisiones de dicho encuentro fue la de que a partir de ese mismo momento el día 25 de noviembre (recordatorio del asesinato), sería el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres. Años más tarde, en 1993, la Asamblea General de la Naciones aprobaría la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En ella acabo definiendo la violencia hacia la mujer como “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluyendo las amenazas, la coerción y la prohibición arbitraria de libertad, suceda este hecho en la vida pública o en la privada”. Siguiendo en esta línea la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 54/134 de 17 de diciembre de 1999, resolvió que a partir del año siguiente el 25 de noviembre sería la fecha estipulada como Día Internacional de Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Ante todo ello cabe preguntarse:
¿Quiénes eran las hermanas Mirabal?. ¿Qué sucedió?. ¿Y cómo llegaron a ser el símbolo de violencia contra la mujer?
Las hermanas Mirabal fueron cuatro, tres de las cuales murieron asesinadas a golpes el mismo día conjuntamente con su chófer.
Patria Mercedes (27 febrero 1924), Bélgica Adela (Dedé) (1 de marzo de 1925, y única superviviente), Minerva (16 de marzo de 1926) y María Teresa (15 de octubre de 1935).
Las tres hermanas eran de una familia rural acomodada de Ojo de Agua. Realizaron sus estudios primarios en un colegio religioso de que era reconocido como de prestigio en la zona.
La mayor, Patria, se le llamó así al haber nacido el día de la independencia del país era aficionada a la pintura y habilidad que practicó desde temprana edad. Estudió para mecanógrafa y se casó a edad muy temprana, los 17 años. Patria, que era muy religiosa, y en principio no era la más activista de todas, pero, a la vez, era consciente de que para cambiar el régimen era necesaria la actuación de los hombres y las mujeres del país, y por ello se implicó en la lucha política siguiendo a Minerva, la hermana más implicada en política.
Minerva era la más activista de todas, inteligente, activa, y muy implicada políticamente. Estudió Derecho, a pesar de la inicial oposición paterna, y tardó en poder ejercer ya que el dictador Trujillo lo impidió, poniendo obstáculos al reconocimiento de su titulación. Parece ser que Minerva, mujer de gran carácter, dio un desplante al dictador en una fiesta, y ello le hizo contraer odio y rencor hacia ella y su familia. Por su gran activismo político fue apresada en diversas ocasiones, y maltratada, cuando estuvo retenida.
La pequeña de las hermanas, María Teresa, realizó estudios de agricultura y agrimensura, e intentó aplicar sus conocimientos a las propiedades familiares. María Teresa admiraba a su hermana Minerva por su lucha política, y ello le llevó a implicarse activamente en la misma.
Las hermanas estaban convencidas de que Trujillo llevaría, y estaba llevando, a su país al caos, por este motivo que se introdujeron en la lucha política clandestina, concretamente en la Agrupación política 14 de junio (un movimiento clandestino de izquierda que luchaba contra el dictador Trujillo, y cuyo líder era el abogado Manuel Tavárez Justo (Manolo), marido de Minerva). En dicha agrupación las hermanas se las conocía como Las Mariposas. El nombre no era casual, Minerva lo había elegido como alias clandestino para sus actuaciones.
Por sus actividades políticas las hermanas fueron detenidas en numerosas ocasiones, sufriendo en la cárcel todo tipo de vejaciones y humillaciones. A Patria le confiscaron sus bienes y pusieron en subasta pública sus propiedades.
María Teresa, conjuntamente con su hermana Minerva, fue detenida, llevada a la cárcel de Cuarenta y posteriormente a la de La Victoria. En ellas fueron torturadas de manera cruel.
Y Minerva, puede que fuera la causa del gran odio hacia las hermanas por parte de Trujillo. Minerva, la más inteligente y también la más guapa, se atrevió a rechazar al dictador y ese fue el principio del fin. En junio de 1949 la familia fue invitada a una fiesta con las autoridades de la zona, en dicha fiesta estaba el dictador, éste se sintió atraído por ella. Trujillo volvió a invitar a la familia, procuró ser amable con Minerva, pero ésta se sintió molesta por sus halagos. El dictador realizó un tercer intento, pero fue rechazado totalmente por la Mirabal. Este hecho ofendió a Trujillo, y tal y cómo había vaticinado su padre, esta fiesta les podría acarrear graves consecuencias. Y así fue.
Todas las encarcelaciones, confiscaciones, maltratos y humillaciones, no consiguieron poner fin a las actividades políticas de las hermanas, con lo cual la dictadura, con Trujillo al frente, dio un paso más en controlarlas.
En 1960 las hermanas, y sus maridos, fueron acusados de atentar contra la seguridad del estado, fueron declaradas culpables y condenadas a prisión, pero curiosamente al poco tiempo se las liberó, no así sus parejas. Era un gesto del dictador benevolente para poder ejercer mayor control. Pero nada más ser puestas en libertad continuaron su actividad política. A ello debemos añadir las críticas que estaba recibiendo el gobierno de Trujillo a nivel internacional, y el posicionamiento de algunos países de América Latina en su contra, llegando incluso a romper relaciones diplomáticas.
Trujillo decide acabar con todo esta actividad opositora de las hermanas, y pone en manos de Pupo Román el acabar definitivamente con el problema. La primera medida será trasladar sus maridos a una cárcel más próxima. Con el pretexto de haber encontrado armas ocultas para una posible sublevación los maridos son trasladados. Ello teóricamente facilitaría la visita de sus mujeres a la cárcel. De ésta manera el régimen podía preparar una emboscada en el trayecto y detener a las hermanas. El marido de Minerva, Manolo, les sugiere, temiéndose lo peor, un cambio de vivienda, y trasladarse a Puerto Plata.
Hay varios intentos de asaltar el coche en el que viajan, tanto del 18 como del 22 de noviembre, pero dicho asalto no se hace, ya que los asaltantes alegan que viajaban niños en el coche. Así, finalmente, el 25 de noviembre, encuentran a las tres hermanas y a su chófer, Rufino de la Cruz, siento este su último viaje.
Las tres hermanas son retenidas en el puente de Marapica, obligadas a punta de pistola a subirse al vehículo de sus retenedores, se llevan también el jeep en el que habían llegado y se dirigen a la casa, donde les esperaba el capitán Peña Rivera. Aproximadamente a las 19,30 fueron matados los cuatro a palos, golpes y puñaladas. Se oyó gritos durante un breve período de tiempo. Se hizo el silencio, el trabajo estaba hecho. Colocaron los cuerpos en el jeep que fue arrojado por el precipicio. Se hizo de nuevo el silencio.
Patria tenía 36 años, Minerva 34 y María Teresa 25 años. Después del asesinato Trujillo ordenó confiscar sus bienes, pero él mismo acabaría muriendo asesinado el 30 de mayo del año siguiente.
Las Mirabal se convirtieron, muy a pesar de ellas mismas, en un símbolo. Su casa familiar, la sociedad dominicana, y muchas organizaciones, en centros de visita y recuerdo. Su tumba es visitada con frecuencia y siempre, mientras vivió la hermana superviviente, Dedé, tuvo flores.
Ellas no sólo lucharon como personas contra un régimen político, ya que su asesinato muchos lo encuadran en el mismo, más bien representan la lucha de la mujer en una sociedad dónde éstas ocupaban un último puesto y en un régimen en el cual la mujer dejaba de ser un sujeto activo para convertirse en un objeto.
En muchas ocasiones las mujeres, sin ellas pretenderlo ni desearlo, dejan de ser sujetos para convertirse en objetos, en cosas. Cosas de las que la familia, el marido, el grupo, el clan, el jefe, o el propio estado en manos de un dictador, puede controlar, retener y hacer lo que desee. Es la cosificación de la mujer lo que Trujillo estaba haciendo, y fueron ellas, vuelvo a decir, sin pretenderlo, las que lucharon no sólo por cambiar un régimen, sino por evitar, a toda costa esta cosificación y convertirse en sujetos activos, y ser en cambio dueñas de su historia, de sus acciones y de su futuro.
Por eso las mariposas siguen revoleando.
* Artículo de la profesora aragonesa Marisa Escuer.
*Fotos: Tribuna Feminista