Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es así esto, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en toda forma de vida. Como ocurre en toda crisis de crecimiento, esta transformación trae consigo no leves dificultades. Así mientras el hombre amplía extraordinariamente su poder, no siempre consigue someterlo a su servicio.
Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico. Y, sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria y son muchedumbre los que no saben leer ni escribir. Nunca ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entretanto surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica. Mientras el mundo siente con tanta viveza su propia unidad y la mutua interdependencia en ineludible solidaridad, se ve, sin embargo, gravísimamente dividido por la presencia de fuerzas contrapuestas.
Escuchemos las noticias de la televisión y en las historias, que no son noticia, que están en nuestras calles, a la vuelta de cualquier esquina. Hablamos del gran drama que se está viviendo a causa de refugiados que llegan a las fronteras balcánicas donde se quedan varados.
Bajo la lluvia y el frío, a la intemperie y sin apenas abrigo, miles de emigrantes aguardan en las fronteras de Serbia y Croacia, y la de este último país con Eslovenia, para seguir su travesía hacia Occidente. Los cierres fronterizos ordenados por Hungría y las fuertes restricciones de paso entre los propios países balcánicos han provocado que los solicitantes de asilo, la mayoría sirios y afganos, queden varados allí. Una situación que se agrava por las bajas temperaturas y la lluvia. Eslovenia, desde donde aspiran a llegar a Austria, ha insistido en que sólo permitirá cruzar a 2.500 al día; la mitad de los que llegan.
En la frontera entre Serbia y Croacia, alrededor de 10.000 personas han estado paralizadas durante horas hasta que las autoridades croatas han abierto temporalmente el paso. A pesar de ello, la situación sobre el terreno sigue siendo muy complicada. Hay miles de personas, muchos de ellos niños/as, helados, húmedos por la lluvia y nerviosos, porque no se sabe durante cuánto tiempo estará abierto el paso fronterizo (imágenes que nos llegan a través de los medios de comunicación). Eslovenia no tiene otra opción que aceptar a los emigrantes que lleguen a su territorio y enviarlos hacia el siguiente país en su viaje hacia el norte de Europa. “De lo contrario, comenzarán a llegar de forma incontrolada hasta que el problema se resuelva en Grecia y Turquía”.
La llegada de unos 700.000 inmigrantes a las costas europeas este año, huyendo de la guerra y la pobreza en Oriente Próximo, África y Asia a través del Mediterráneo, ha dejado al descubierto nuestra «Solidaridad». Un ejemplo lo tenemos en Hungría, que asegura que los inmigrantes, principalmente musulmanes, suponen una amenaza a la prosperidad de Europa, a la seguridad y a los «valores cristianos», y ha sellado sus fronteras con Serbia y Croacia con una verja de hierro.
¿Y nosotros, qué estamos dispuestos hacer…?
Pues nuestra organización se ha comprometido en ayudar al campo de desplazados que se ha formado en las montañas de Ouzal, desplazados que llegan desde Nigeria. Este proyecto es tan grande que hemos tenido que solicitar una ayuda a la Diputación Provincial de Córdoba.