Ayer jueves, el alcalde y algunos miembros de la corporación municipal les dieron la bienvenida en el ayuntamiento, regalándoles una mochila con material escolar y unos bonos para la piscina. Aunque tímidos al principio, estos niños y niñas nunca pierden la sonrisa. Para algunos es el cuarto año que pasan las vacaciones en La Colonia, para otros el segundo o el primero, y se divierten en el Verano Guay, en la piscina o en el campo de fútbol. Tienen edades comprendidas entre los 8 y 11 años.
Jara Aliaga, una de las madres, nos cuenta que “al principio les cuesta, es un cambio de cultura, de idioma, pero en dos o tres días se adaptan y parece que son unos niños más de Fuente Palmera, están abiertos a todos y sólo piensan en divertirse. Además, ya vienen educados y preparados para su estancia aquí, saben que son como los embajadores de su pueblo y cuanto mejor se porten tendrán más posibilidades de volver al año que viene y de que vengan más niños”.
El principal motivo por el que estos niños llevan viniendo a España tantos años es el sanitario. Provienen del campamento de refugiados de Tindouf, en el sur de Argelia, donde viven durante todo el año en haimas, una especie de tiendas de campaña. En este tiempo, hay 55 grados a la sombra, sufren deshidratación y el problema es que no hay agua, sólo la justa para beber y asearse un poquito, lo que se suma a carencias generalizadas de alimentación, falta de hierro, no tienen el peso y la talla que corresponde a su edad, etc.. Todo esto les afecta considerablemente a su salud, no disponiendo tampoco de una asistencia sanitaria constante, a pesar de la labor encomiable de las ONGs. Por si fuera poco, ahora es la época del Ramadán y no comen ni beben durante el día.
Durante los dos meses que están aquí, se le hacen revisiones médicas e incluso intervenciones quirúrgicas en algunos casos. También engordan 4 ó 5 kilos, e incluso les crecen los pies, les cambia la piel y, no menos importante, como dice Jara, “les cambia hasta la sonrisa”.
Durante el encuentro en el ayuntamiento, las familias manifestaron su intención de crear en cuanto pase el verano una asociación en Fuente Palmera, animadas sobre todo porque se ha pasado de cuatro niños que fueron acogidos en 2013 a los once de este año. El alcalde les recomendó que sea un proyecto sólido para que la colaboración del consistorio se pueda mantener a lo largo del tiempo, como ocurre desde 2007 con los programas de cooperación en Cabo Verde y el proyecto Gotas de Níger.
Hasta final de agosto permanecerán en Fuente Palmera, cuando llegará la despedida, un momento delicado para el que también los preparan las familias colonas. “La despedida es cada año más dura, porque cada vez les coges más cariño, pero intentamos prepararlos para ella, para la estancia todo el año en su pueblo natal e incluso para su regreso al año próximo. Sus familias tienen teléfonos móviles y podemos llamarlos. Por otra parte, también tenemos que tener claro que su familia real es la de allí, además estructurada, y que les están esperando con los brazos abiertos a ver cómo les ha ido el verano aquí en España. Por otra parte, se llevan una maleta de treinta kilos con medicinas, ropa, alimentos, etc. En definitiva, la partida es un episodio difícil pero no queremos que sea traumático, ni para ellos ni para nosotros”.
Por último, Jara hace un llamamiento “para animar a que surjan más familias de acogida, que están decreciendo un poco en los últimos tiempos, porque no sólo ayudamos a estos niños, sino a todo un pueblo que desde hace treinta años vive en unas condiciones lamentables por el conflicto de interés político y económico entre el Sahara, Argelia y Marruecos, y en el que España también mira para otro lado porque muchos de los abuelos de estos niños fueron españoles. Es muy duro pensar que por dinero, por poder y por motivos que no son humanos puedan dejar que un pueblo entero pase por unas calamidades que no se le desean a nadie”.