Se siente capaz de todo y olvida dolores y quejas; sus sueños le llevan en volandas a donde desee su corazón. Porque en su actividad se centra su ser y en ella encuentra su realización personal. El juego de un niño, no requiere de grandes recursos ni de nada extraordinario; una caja vieja o un montón de arena son suficientes.
Cuando los adultos vemos jugar a un niño no prestamos atención al poderoso mensaje que esta actividad encierra…y es que el único secreto es que lo VIVE CON PASIÓN.
Lamentablemente el devenir de la vida nos lleva a apartar la pasión de nuestras vidas y olvidamos el poderoso poder que tenemos:
“Sí, esa Pasión que transformará tu vida y la de muchas personas que te rodean”.
Lo verdaderamente maravilloso de vivir con pasión la vida es que al igual que el juego de un niño, no requiere de grandes recursos ni de nada extraordinario. Solamente se trata de una actitud mental de querer disfrutar con intensidad todos y cada uno de los momentos, como cuando éramos pequeños; estando presentes y siendo conscientes de la gran importancia que contiene cada minuto de nuestro vivir, dejando a un lado la preocupación por lo que sucedió que ya no podemos cambiar y la obsesión por el mañana que inevitablemente llegará.
Reaprender la manera de saborear lo que la vida nos ofrece como si de una gran oportunidad se tratase.
Recordar que la vida caminada en la dirección de nuestros valores y sueños nos regalará ciento de oportunidades y posibilidades de ser feliz.
En definitiva, vivamos cada jornada con el alma de un niño, ese alma que hace mucho no disfrutamos porque alguien nos engañó al convencernos de que la vida adulta no es un juego.
VIVAMOS CON PASIÓN.