La Danza de los Locos y el Baile del Oso, únicas tradiciones vivas de los colonos europeos que habitaron un día la provincia, volverán a representarse el próximo 28 de diciembre a las 12 del mediodía en la Plaza Real de Fuente Carreteros, municipio que ha conseguido mantener y conservar este patrimonio etnológico en las últimas décadas. La Delegación de Cultura de la Diputación apoya el evento a través de sus Programas Singulares.
El delegado de Cultura en la institución, Gabriel Duque, ha explicado que “es una de las tradiciones más ancestrales y singulares de la provincia de Córdoba y por eso la respaldamos, porque es una joya etnológica y cultural que proviene de los centroeuropeos que llegaron a finales del siglo XVIII y que se celebra el día 28 porque representa la matanza de Herodes”.
El alcalde de la localidad, Francisco Gómez, ha hecho hincapié en que “es uno de los actos centrales de la provincia, que viene de 1768 y que ha tenido a lo largo de los tiempos momentos de desaparición y de recuperación. Se recuperó en 1963 para participar en la final de bailes ancestrales en Madrid, luego desapareció y volvió a recuperarse en 1982 la danza, y diez años más tarde el Baile del Oso”.
En cuanto al programa de actividades previsto, Gómez ha indicado que “el día se inicia con anís y pestiños y después danzan los locos y el oso. Finalmente, tiene lugar una reunión de todos los vecinos y vecinas para probar el potaje navideño”.
Finalmente, Ricardo Pedrajas, representante de los danzantes, ha abundado en que “es la única tradición colona que se mantiene viva en las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla y Ciudad Real, y es gracias a colaboraciones como la de la Diputación, que apoya la Escuela Municipal de la Danza de los Locos, que se hace dos o tres meses antes para que los niños y niñas aprendan la danza técnica e históricamente”.
Aunque los orígenes son un poco confusos, se considera que la Danza de los Locos y el Baile del Oso se remontan a los tiempos de Carlos III, cuando los colonos que poblaron estas tierras trajeron este ritual como una tradición de sus pueblos de origen, en Centro Europa. En esa etapa se fundaron pueblos como La Carlota, San Sebastián de los Ballesteros, Fuente Palmera, La Luisiana (Sevilla) o La Carolina (Jaén).
Los danzantes van ataviados con un pañuelo en la cabeza, anudado a la izquierda, y otro en el cuello, de color blanco sujetado en dos anillos, camisa blanca, cruzada por dos bandas rojas y adornadas con alhajas, fajín azul, dos faldas de encajes bajo las cuales se ven unos pantalones anudados bajo las rodillas, unos leotardos blancos y zapatillas blancas atadas con cintas alrededor de las piernas.