Entre los objetivos principales que ha tenido este taller, destaca el animar a los participantes a perderle el respeto a la página en blanco y orientarlos a que valoren sus aciertos y a corregir sus errores para mejorar su técnica.
Todo ello por medio de la lectura y análisis de un diverso compendio de textos maravillosos de grandes autores, de la práctica de la escritura a partir de ejercicios semanales y de su puesta en común en clase.
Se aprendieron técnicas de inspiración y creatividad, proponiendo ideas y puntos de partida para empezar a soltar la mano; se experimentó con distintos tipos de textos y se consiguió crear una rutina de trabajo en un entorno cálido, divertido y acogedor, donde todos se sintieron a gusto compartiendo textos con los demás.
Un escritor, además, debe ser un buen lector, en el momento de acercarse a la obra de los grandes autores para aprender de ellos como escritores, e ir ampliando la formación y conocimiento de la literatura de calidad.
A lo largo de las jornadas se acordaron algunas lecturas comunes algo más extensas de las que se vieron en clase para dedicar sesiones a la discusión y análisis de esos tipos de escritura.
Finalmente, otro gran pilar en el que se sostiene el aprendizaje de la escritura es el conocimiento de la teoría literaria, que permite estudiar la técnica, manejar conceptos con propiedad y entender las narraciones a un nivel más profundo.
Una de las conclusiones extraídas del taller es la importancia de aprender a analizar los textos que se escriben y se leen con criterios que vayan más allá del «me gusta» o el «no me gusta», legítimo, sin lugar a dudas, para los lectores, pero insuficiente para los escritores.
Así, mediante la atenta escritura y la enriquecedora lectura, el lenguaje se va revelando como un conjunto de herramientas rico y complejo, que cuando se deshace de los tópicos y los lugares comunes es capaz de volver a expresar de una y mil formas diferentes las emociones que experimentamos, de describir y reconstruir el mundo que nos rodea una vez más, como si nadie lo hubiera hecho antes.
Desde la Asociación Cultural Ramón de Beña y el Club de Lectura califican la experiencia como «inolvidable» y expresan su enorme agradecimiento a María del Carmen Navarro.
