Hay varios grupos de personas que son especialmente sensibles al calor como son los mayores de 65 años y los que viven solos, los dependientes en su vida diaria, personas con enfermedades crónicas y tomando medicación, quienes tienen fiebre y/o patología aguda, otros que tienen dificultad para adaptarse al calor y en el otro extremo de la edad, los lactantes y menores de cinco años.
Como norma general para luchar contra el calor es preciso, en las horas de mayor temperatura, beber mucha agua y zumos de fruta, refrescarse y descansar en lugar fresco, abandonando toda actividad al aire libre.
Las personas mayores son más sensibles al calor debido a que tienen disminuida la capacidad para regular la temperatura, producen menos sudor que los jóvenes, su temperatura corporal puede subir más deprisa, se adaptan peor a las altas temperaturas, la piel es más fina y más sensible a los rayos del sol, tienen enfermedades crónicas que agravan los efectos del calor, y también porque pueden tener problemas de memoria o de comportamiento o dificultad para orientarse y no son capaces de poner remedio a necesidades tan básicas como la sed o la sensación de calor excesivo.
Hay otras situaciones que se presentan en las personas mayores que acrecientan el riesgo al calor como puede ser el vivir en soledad y aislamiento social o bien en una vivienda difícil de refrigerar o que no tenga sistema de refrigeración.
Pero, ¿qué hay que hacer cuando sube mucho la temperatura ambiental? En resumen hay que hacer cinco cosas: protegerse del calor, mantenerse fresco, beber y comer adecuadamente, consultar a los servicios sanitarios y tener en cuenta ciertos síntomas de alarma.
Para protegernos del calor, no saldremos a la calle en las horas más calurosas y si salimos procurar ir por la sombra y con la cabeza protegida con gorra o sombrero y usar vestidos ligeros amplios y de color claro; también llevar siempre una botella de agua consigo y en casa cerrar las ventanas y las cortinas en las fachadas en las que da el sol y se abren por la noche cuando refresca para facilitar el paso del aire fresco.
Precisamente para mantenernos frescos debemos permanecer en el interior de nuestro domicilio en una habitación fresca o bien poner en marcha el aire acondicionado; durante el día ducharnos o bañarnos varias veces en incluso humedecer la ropa.
Se debe beber abundante cantidad de líquidos, especialmente agua y zumos de fruta, leche o gazpacho y no consumir bebidas alcohólicas, tampoco se debe abusar del té o el café y comer abundante fruta y verdura repartidas a lo largo del día en cantidades moderadas, no se debe comer alimentos calientes pesados y abundantes y no dejar los alimentos fuera del frigorífico para evitar infecciones por alimentos en mal estado.
Ante cualquier duda se debe consultar a la enfermera, al médico o al trabajador social y si se nota mal debido al calor pida ayuda y préstela a los demás si conoce que se encuentran mal. Incluso debe notificar a las sanitarias la existencia de personas que viven solas o en viviendas mal acondicionadas.
Hay que prestar especial atención si se observan náuseas, dolor de cabeza fuerte, mucho cansancio, fatiga, sed intensa, calambres en las piernas, brazos o vientre, piel caliente o temperatura muy alta, convulsiones o agitación no habitual por las noches.
Si observamos alguno de los síntomas antes mencionados debemos actuar de inmediato avisando a los servicios de urgencia 112 ó 061 y mientras llega la ayuda volvemos a la persona tumbada en lugar fresco con los pies algo elevados y le aplicaremos paños frescos y mojados y se le abanicará y se le darán pequeños sorbos de agua.