La jornada se estructuró en tres partes: hábitos de vida y alimentación saludable; la alimentación en el embarazo y la lactancia; y el etiquetado de los alimentos.
La charla resultó muy amena e interesante, donde los asistentes, la mayoría mujeres, intervinieron haciendo preguntas y participando en el taller práctico sobre el etiquetado de los alimentos.
En primer lugar, Laura explicó la composición de los alimentos, que contienen macronutrientes(proteínas, grasas e hidratos de carbono) y micronutrientes(vitaminas y minerales), haciendo especial hincapié en las grasas, cuya función en el organismo es la de actuar como reserva energética. Pero hay diferentes tipos de grasas, siendo las más perjudiciales para la salud las AG Saturadas y las AG Trans, siempre y cuando se tomen de forma desproporcionada. Entre las carnes, las más ricas en ácidos grasos saturados son la de cerdo, bovino y la de las aves, aunque depende también de la alimentación del animal. Además, los incluye la mantequilla, la margarina, la leche o el queso, entre otros. Los ácidos grasos trans son un tipo de ácido graso insaturado que se encuentra principalmente en alimentos industrializados que han sido sometidos a hidrogenación o al horneado, como los pasteles, entre otros. Los AG Trans no sólo aumentan la concentración de lipoproteínas de baja densidad(LDL o “colesterol malo”) en la sangre, sino que disminuyen las lipoproteínas de alta densidad(HDL o “colesterol bueno), dando lugar a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Por otra parte, Laura Ramírez indicó que una alimentación debe ser variada, equilibrada y suficiente para tener un buen estado de salud. Es conveniente ingerir entre 4 y 6 raciones al día de cereales(pan, pasta, arroz, cereales, patatas), de 2 a 4 raciones de lácteos(leche y yogures semidesnatados o desnatados, quesos frescos), 3 raciones diarias de fruta(preferentemente de temporada), 2 de verduras(una en crudo y otra cocinada), aceite de oliva, legumbres(de 2 a 4 raciones por semana), carne de pollo, pavo, ternera o conejo(de 2 a 4 raciones por semana), carne de cerdo, cordero, buey(entre 1 y 2 raciones al mes), pescado azul y blanco(entre 3 y 4 raciones por semana) y huevos(de 3 a 4 veces por semana, evitando a ser posible fritos). Otras recomendaciones son la ingesta de frutos secos de 3 a 6 veces por semana, teniendo cuidado con su contenido en sal y grasa, evitar la bollería y pastelería, los embutidos y el paté, y controlar el consumo de sal y alcohol. También se recordó que lo ideal es hacer cinco comidas al día(desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena). Asimismo, es muy saludable el consumo de agua de forma continua y que predominen los platos a la plancha, hervidos, al horno, al papillote, a la parrilla o al vapor, sobre los estofados, las frituras, los rehogados o los guisos.
La segunda parte de la charla trató sobre la alimentación aconsejada para cubrir las necesidades nutricionales en la embarazada y la mujer lactante, que debe incluir todos los grupos de alimentos en la cantidad adecuada. A nivel nutricional, durante la gestación se incrementan las necesidades de energía, proteínas, hierro y ácido fólico, y de calcio en la lactancia. Sin embargo, se insiste en que no es necesario comer por dos. Una buena alimentación en estos períodos ayuda a reducir las molestias más frecuentes y el riesgo de enfermedades en la madre(anemia ferropénica, anemia megaloblástica, obesidad, diabetes gestacional, náusea y vomitos, depresión posparto, estreñimiento, ardores) y en el bebé(bajo peso al nacer, macrosomía, prematuridad, espina bífida, bajo desarrollo neuroconductual).
Por último, se realizó un taller práctico sobre el etiquetado de los alimentos, poniendo de manifiesto que normalmente no nos paramos a leer las etiquetas, lo cual es importante para comprobar la valoración nutricional. Así, estaríamos informados de las cantidades de azúcar y grasa, observando las kilocalorías que contienen los productos que compramos y consumimos. Laura Ramírez preparó una mesa con una amplia variedad de productos, como batidos, refrescos, bebidas energéticas, kétchup, cereales, zumos, gelatina, chocolate, leche, galletas, mayonesa, etc. Y fue llamando uno por uno a los asistentes para que leyeran las etiquetas de estos alimentos. A continuación, se pesaba en terrones de azúcar o en cucharadas de mantequilla las cantidades de azúcar o grasa de su contenido. Los resultados sorprendieron a casi todos, y muchos hicieron fotos para tener constancia de los niveles de azúcar que puede tener un zumo industrial o un refresco de cola, por ejemplo, o los niveles de grasa que tiene un bote de mayonesa.
En definitiva, fue una jornada enriquecedora en información nutricional, en la que nos damos cuenta o nos recuerdan los malos hábitos que tenemos muchas personas. Lo importante, como siempre, no es sólo escuchar y asentir, sino llevarlo luego a la práctica en nuestra vida diaria.