Ya en el curso pasado se llevó a cabo durante tres meses, de marzo a mayo, con Myriam como monitora. Y desde la semana pasada se ha aumentado en una jornada semanal más, los viernes a la misma hora, donde se trabaja específicamente la estimulación cognitiva a través de las nuevas tecnologías, en principio, el uso del móvil con internet.
Hoy en día, hay cada vez más personas mayores que tienen móvil, sobre todo para hablar con sus hijos, hijas y familiares que viven lejos de ellos. Este grupo de mayores, compuesto por nueve mujeres y dos hombres de entre 59 y 86 años de edad, no es ajeno a esta circunstancia. Mandan mensajes, wasean, reciben vídeos y fotos casi a diario, y es algo que les gusta, pero no saben usar el móvil en este sentido, más si cabe cuando algunos tienen incluso terminales de última generación. También tienen que aprender a diferenciar lo público de lo privado, manejar este aspecto en redes sociales como facebook. Como nos cuenta Myriam, «sólo el hecho de saber abrir las fotos, los vídeos, los mensajes, y responderlos, les hace sentir muy bien, ya que están en permanente contacto con los suyos, pueden ver fotos de sus nietos, etc.». Este taller de nuevas tecnologías está previsto que se imparta hasta diciembre, «pero la ELA es partidaria de que todo lo que funcione siga para adelante, por lo que depende más que nada de como lo asimilen los usuarios».
Este miércoles 29 de octubre han asistido al taller de memoria seis alumnos: Josefa Mengual, Tránsito González, Antonia Bernal, Encarna Hens, Bartolomé Gomáriz y Ana Castro. Es una semana complicada ya que muchos están con los preparativos del Día de Todos Los Santos, una tradición muy arraiga en La Colonia. La clase ha comenzado practicando la estimulación cognitiva a través del llamado tangram, un juego de origen chino muy antiguo que consiste en formar siluetas de figuras con siete piezas de madera(cinco triángulos, un cuadrado y un romboide). Observan las figuras en un papel y tienen que componerlas con las piezas geométricas.
Según Myriam, en los talleres de memoria hay que adaptarse a las circunstancias de los usuarios. Entre los aspectos que más tiene que trabajar, se encuentra el de la escucha activa, «ellos te miran pero no están haciendo caso a las indicaciones, es como si estuvieran distraídos, por lo que hay que conseguir una atención y un clima para que ellos entiendan que sus pérdidas de memoria no son tales, sino que no prestan atención, no me están escuchando. No es que no se acuerden, sino que no saben lo que les he dicho. Un ejemplo de esto es que yo voy dando órdenes y ellos tienen que escucharme y plasmarlas en un papel mediante dibujos, eso es escucha activa».
También se trabaja mucho la memoria visual, que se trata, por ejemplo, de abrir un libro con muchos dibujos, se mira, se juega con el libro, y luego se cierra y hay que recordar qué había en ese dibujo. Igualmente insisten en cosas rutinarias como «he ido a la cocina y ya no sé para qué era. En estos casos se les hace ver que si se paran, vuelven hacia atrás, qué estaban haciendo y qué es lo que necesitaban para haber ido a la cocina, se recupera el pensamiento que han perdido. En definitiva, la memoria se tiene, pero las prisas y su manera de hacer las cosas les lleva a pensar que hay que ver que mal ando de la cabeza, cuando en realidad no es así».
El entretenimiento también es importante en el taller. A través de puzzles, juegos, jeroglíficos, las siete diferencias, el dominó, etc. se trabaja la memoria. Así, para reforzar la manera de expresarse hay juegos con palabras y para reforzar los números hay juegos específicos de números.
Los tipos de memoria son dos básicamente: a largo plazo y a corto plazo. Myriam nos explica que la «que mejor tienen los mayores es la memoria a largo plazo. Digamos que la cabeza es un ordenador y el disco duro se ha llenado con los recuerdos de la infancia, esos se te quedan grabados. En el taller tratamos las diferencias de su etapa de niños con la niñez de sus nietos, las comparamos y se acuerdan perfectamente de todo. Sin embargo, les preguntas que hicieron ayer de comer y muchas veces no se acuerdan, esa es la memoria a corto plazo».
También usan mucho los nombres de las familias. Hay una dinámica que es: el hermano de mi padre es mi… y se llama…; aquí es donde sí tienen que escribirlo. En este sentido, hacemos muchos árboles genealógicos. Asimismo, se utiliza el entorno, enumerar cosas que hay en Ochavillo que antes no existían, como cuántas tiendas hay, cuántos bares, cómo se llaman las personas que los regentan, etc. Estos ejercicios implican que los mayores hablen e interactúen mucho entre ellos. Por lo tanto, el taller tiene una parte a la que Myriam llama de «gimnasia mental» y otra que es la afectiva y de compañerismo. Los mayores salen de casa, se vienen juntos, se divierten.
Por último, Myriam señala que también los mayores le enseñan a ella, en especial sobre los valores humanos. «Se ayudan unos a los otros, son cooperativos, si alguno termina un puzzle se levanta y ayuda a los compañeros. También quiero destacar su calidad humana, sabiendo por lo que han pasado, que no han tenido lo que nosotros hemos tenido, tienen un fondo que no tenemos muchos».