Para entender los inicios de este negocio hay que remontarse al abuelo de Fernando Pistón, que era zapatero de oficio, o sea, el zapatero del pueblo que arreglaba los zapatos a la gente. Además tenía a unas quince personas empleadas en la zapatería porque en aquellos tiempos había mucho trabajo en los cortijos.
La profesión la heredó el padre de Fernando, que siguió trabajando en los cortijos y molinos donde le hacía las sandalias y botas a los zagales. Y por supuesto mantenía el local de la calle Portales. Una vez casado, quiso ampliar el negocio y empezó a traer zapatos de fábrica para su venta.
Fernando recuerda que a su padre le llegó un camión de zapatos y se echó las manos a la cabeza preguntándose qué pasaría si no los vendía. Pero afortunadamente le fue bien.
Estamos hablando del año 1955 aproximadamente. En Fuente Palmera no había nadie que se dedicara a esta actividad. Años más tarde ya saldría Pacocho, otra zapatería familiar que se mantiene hoy en día en la calle La Fuente.
En 1982 fallece Fernando padre a los 63 años y entonces Fernando hijo se hace cargo del negocio cuando tenía 24 ó 25 años. Ya llevaba tiempo, igual que su hermana, ayudando a su padre en el oficio, aunque este nunca quiso que su hijo fuera zapatero ni vendiera zapatos, sino que estudiara.
“Pero la verdad es que yo no quería estudiar, me pegué a la zapatería y cuando él falleció me puse al frente… mi hermana además ya estaba casada y con hijos. Y hasta hoy…”, comenta.
Fernando Pistón apunta que “el mayor mérito, la verdad, es de mi padre, que fue el que montó la tienda y fue haciéndose con una clientela muy grande; era muy buen comerciante, cualquiera que lo conociera lo sabe”.
“Hay gente que me decía que él me había dejado la clientela, que me lo había puesto fácil; por una parte es cierto, pero por otra hay que saber mantener los negocios y yo lo he hecho durante más de 40 años sin perder clientela; solo en los últimos años se ha perdido algo debido a las nuevas formas de venta a través de Internet”, señala.
La prueba del éxito de Calzados Fernando la hemos visto en estas últimas décadas cuando en Fuente Palmera han abierto bastantes zapaterías que al poco tiempo cerraban, no acababan de funcionar ni de cuajar. Mientras que Fernando Pistón se mantenía firme.
Añade que la gente siempre ha estado muy agradecida con esta casa. “Mi padre era una persona que a todo el mundo le daba zapatos. Venía, por ejemplo, una familia con varios hijos y les decía que ya cuando pudiesen vinieran a pagarlos… si les hacían falta zapatos se los llevaban… en eso no tenía miramientos y confiaba en los vecinos…”.
De esta manera Calzados Fernando se hizo con un nombre y un prestigio que ha mantenido hasta hoy. “Me hace cierta gracia que alguna gente me diga que ahora dónde vamos a ir a comprar los zapatos porque hemos estado viniendo aquí toda la vida… pero las cosas se terminan y está claro que habrá sitios donde mi clientela podrá satisfacer sus necesidades”, comenta.
Para Fernando Pistón su negocio ha sido una parte muy importante de su vida, mucho más que un trabajo. En la zapatería ha visto crecer a sus hijos. “Gracias a esto le he podido dar carreras a los cuatro, todo ha salido de aquí, de nuestro esfuerzo, sacrificio y constancia. Y mira que este sector tiene un problema complejo”.
Fernando explica que “se puede vender mucho, pero para ello hay que comprar mucho, tener mucha variedad; y como te quede mucho stock eso se come las ganancias; por eso no han funcionado otros negocios… si compras poco, no vendes, y si compras mucho y no vendes, peor”.
Hay otra clave a su favor y es la calidad del género. “Nosotros siempre hemos traído zapatos de piel, no de plástico; solo en los últimos años llegó la novedad de los zapatos sintéticos chinos y había que traer algo que costara 15, 20 euros porque alguna gente lo demandaba y no se podían permitir pagar más”.
Por otro lado, cuenta que ha tenido clientela de muchos sitios, también influido por el creciente sector de la novia y las bodas en las últimas décadas en la localidad.
“Un día vino una mujer desde Despeñaperros que se había comprado un traje de fiesta y vio unos zapatos que le gustaron mucho, pero no se los llevó. Y al poco tiempo volvió a venir expresamente a por ellos y le pregunté que si le traía cuenta venir solo a por los zapatos”.
“La señora me contestó que sí porque no había visto otros zapatos como estos, había ido incluso a Madrid. Es una anécdota de las muchas y un ejemplo de que aquí ha venido gente de muchos puntos de Andalucía y de fuera de ella”.
Llega el cierre
Sobre la decisión de cerrar Calzados Fernando, por motivos de salud y con la edad de jubilación cercana Fernando Pistón optó por poner punto y final a tan gratificante trayectoria profesional.
Hubo una única posibilidad de que el negocio siguiera adelante, pues se le ofreció a María José, la trabajadora que tantos años ha estado en la zapatería. “Yo la hubiera ayudado viniendo por aquí de vez en cuando, asesorándola respecto a las compras… pero bueno, al final no se decidió… Como tampoco ninguno de mis hijos quería zapatos, ya que todos tienen carrera, y yo no quería hacer ningún alquiler ni traspaso, pues se ha cerrado”.
Además comenta que “hoy día los traspasos no son como antes, es más complicado y creo que la gente ahora prefiere hacerse o confeccionar los locales a su gusto y vender artículos de actualidad; hace 15 ó 20 años este establecimiento se hubiera traspasado bastante bien, pero también ahora la calle Portales ha perdido actividad y los negocios se van más a las afueras u otras zonas, como pasa en todos los pueblos”.
Sobre el día de la despedida, ese sábado 30 de noviembre de 2024, su familia le tenía preparada una sorpresa. Para empezar, su mujer, Juani, le dijo que por qué no abría por la tarde pues podría venir todavía gente a comprar.
“Así que abrí por la tarde y cuando llegó la hora de cerrar, cerré y me fui a mi casa, tan normal. Luego me asomé fuera y vi que venían unos amigos, lo cual me resultó extraño porque ellos nunca están por aquí a esa hora ni un sábado… pero bueno…”.
“A continuación me acerqué a la calle Portales y vi que había mucha luz y mucha gente delante de la zapatería, lo cual me dejó más sorprendido aún; entonces estos amigos me dijeron que fuéramos a mirar y ya al aproximarnos vi las mesas, los aperitivos y más gente conocida, amigos, familia…».
«Empezaron a felicitarme y la verdad es que me reconfortó porque a mí en realidad no me gustan mucho estas cosas. Pero fue una noche muy buena porque compartimos un rato estupendo con gente que me aprecia”.
Para Fernando Pistón Rodríguez ha comenzado ahora una nueva etapa donde se dedicará más a su otra pasión que es el campo, también a salir más, reconoce. Y por supuesto de la mano de su familia y sus hijos. “Tenemos que seguir adelante”, finaliza.
Por último, manda un mensaje de agradecimiento al público, a los clientes, a los vecinos y vecinas, “por todos estos años de confianza, por su fidelidad y arraigo; nosotros también hemos sido fieles a ellos porque desde mi padre hasta ahora este establecimiento siempre ha sido honesto con la gente”.