Víctor José Bracero tiene 42 años, es de Córdoba y desde hace un año y medio trabaja como policía local en Fuente Palmera. Es su primer destino, el que eligió para ser policía después de aprobar la oposición.
Es curioso porque Víctor era arqueólogo, tenía su propia empresa y decidió darle un cambio radical a su vida laboral buscando mayor estabilidad y felicidad. Siempre tuvo esa vocación de querer ayudar a los demás y la de policía era una profesión muy cercana que se lo permitía. En este tiempo en nuestra localidad se encuentra muy a gusto, formando parte de una plantilla de seis agentes.
En la siguiente entrevista nos cuenta los hechos que sucedieron el pasado 16 de agosto en el club Open Arena, donde se encontraba -fuera de servicio- disfrutando de una tarde de piscina junto a su familia.
¿Cómo te percatas de que algo extraño está pasando en el borde de la piscina?
Eran más o menos las 6 de la tarde y fue mi mujer quien me alertó de que había un revuelo de gente junto a la piscina, chillando y pidiendo auxilio. Entonces fui corriendo pensando que sería algún niño con una brecha o una torcedura, pero cuando me abrí paso entre la gente me encontré con una situación que no era la que imaginaba.
Un niño pequeño, de menos de dos años, yacía sobre el suelo, hinchado y morado. Lo habían encontrado bocabajo flotando en la piscina y lo sacaron fuera. Pero la gente estaba en shock, los padres… imagínate… nadie sin saber cómo actuar… Así que me identifiqué y procedí a actuar. El niño no tenía constantes vitales, no respiraba y su corazón se había detenido. Entonces intenté poner en práctica los conocimientos adquiridos en la Academia y le hice la reanimación cardiopulmonar adecuada para un niño de esa edad. Creo que fueron unos dos minutos aproximadamente, hasta que en uno de los movimientos noté que el abdomen se le hinchaba. Justo en ese momento lo puse en posición lateral de seguridad para que expulsara el agua y empezó a recuperarse.
Mientras tanto, ya varias personas habían llamado al 112 y a la Policía Local, pero estaba claro que había que hacer algo porque esos primeros minutos son vitales, nunca mejor dicho, para que haya posibilidades de sacarlo con vida e incluso para que no le queden secuelas.
En esos pocos minutos, ¿te da tiempo a pensar en lo delicado de la situación y a ser consciente de lo que tienes entre manos?
En ese momento, dentro de lo posible, hay que estar tranquilo, conservar la calma… los nervios vienen después y hasta te flaquean las piernas. Porque ha sido la primera vez que me enfrento a algo semejante, con la complejidad de que se trata de una persona de muy corta edad. Pero hay que armarse de valor y actuar, ya no como policía, sino como persona. Por supuesto, como policía que soy tengo el deber de ayudar sea cuando sea, de evitar que haya accidentes, peligro o alguna muerte…
Paralelamente, creo que también ibas calmando a los padres en ese trance dramático, ¿no?
Los padres estaban lógicamente fuera de sí. Un niño de menos de dos años que lo sacas de la piscina y te lo encuentras así, es para volverse loco. Intenté trasmitirles tranquilidad dentro de la situación, les iba explicando lo que le hacía y ya cuando recuperó el latido me quedé con el niño en brazos hasta que llegó la ambulancia.
¿Has sabido después algo sobre la evolución del menor?
Sí. Al día siguiente le dieron el alta. Al parecer tenía un poco de principio de neumonía porque le quedaba algo de agua en los pulmones, pero al niño no le ha quedado ninguna secuela. Después no he visto a la familia, porque es cierto que nos conocíamos de vista de allí de la piscina. Sin duda, en un futuro me los encontraré y además tenemos conocidos en común a los que les voy preguntando.
¿Crees que los conocimientos en primeros auxilios y RCP deberían extenderse a muchos otros colectivos e incluso a las personas de a pie?
Efectivamente, tiene que haber más gente preparada para poder hacer frente a situaciones de este tipo. Luego puede haber personas que sean más atrevidas que otras, pero creo que la sociedad en general debe tener unos mínimos conocimientos, hacer unos cursos, ir reciclándose con el tiempo y aprender a realizar una RCP, la maniobra de Heimlich, un torniquete. En definitiva, técnicas básicas que deberían estar implantadas.
¿Qué te llevas de esta experiencia, qué reflexión haces ya pasados unos días?
Bueno, pues estoy muy contento de haber podido ayudar a este niño y a esta familia. Me siento muy orgulloso de ser policía y me gustaría recalcar que somos policías para ayudar a la gente, que nuestra labor va más allá de poner multas. Aunque está claro que nadie quiere pasar por una situación como la que a mí me tocó, es cierto que esto es lo bonito de esta profesión, algo que te llevas para siempre, la satisfacción de haberle salvado la vida a un niño.