Me gustó y la anoté; la releía de vez en cuando e intentaba aplicarla en las relaciones con mis amistades. La experiencia que adquieres con el paso del tiempo y el conocimiento de personas de diferentes culturas, orígenes, sexo, formación, edad, etc, me han llevado a ampliar aquella primitiva frase, que no era mía, con algunas aportaciones personales.
Quedaría así:
Todos escuchan lo que dices.
Tus amigos escuchan lo que TU dices.
Pero solo tus verdaderos amigos escuchan lo que TU no dices…
Saben escuchar tus silencios.
Y aunque, a veces, no comprenden ni comparten
el porqué de tu sigilo, saben respetar tus reservas.
Ocurra lo que ocurra, sea cual sea la motivación,
al final, siempre nos queda la LIBERTAD:
Libertad para callar; libertad para hablar de los demás;
libertad para simular; libertad para la diplomacia;
libertad para mentir; libertad para falsear,
libertad para alabar, libertad para sonreír,
libertad para despreciar, libertad para respetar.
Qué hermoso término y cuán distante está ahora
la concepción del constructo LIBERTAD,
del comportamiento ético para ejercerla
de una manera aséptica, solidaria y con lealtad
a los demás y en especial a los más allegados.
Qué grande es el hecho de tener libertad
para interpretar tus palabras y oír tus silencios.