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Alejandro Ruiz-Huerta, último sobreviviente de la Matanza de Atocha, da una conferencia en el IES Colonial

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Las jornadas de Memoria Histórica del IV Festival Foto Joven organizado por el Área de Cultura del Ayuntamiento han tenido un cierre destacado y desgarrador con la conferencia en el IES Colonial de Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, último sobreviviente de la Matanza de Atocha de 1977.

iesruizhuerta1El abogado y profesor universitario, ya jubilado, ha ofrecido una ponencia sobre La Transición Española en una doble sesión, primero a alumn@s de 4º de ESO y posteriormente al alumnado de Bachillerato de Historia. En las mismas ha estado acompañado por la profesora Eva Egea, que ha agradecido al Consistorio colono que celebre un año más estas jornadas en el IES Colonial, por el concejal de Cultura, Quique González, y por las concejalas Laura Sánchez y Ángela Moreno. iesruizhuerta2

Ruiz-Huerta se ha referido a la Transición Española (1976-1978) desde dos enfoques: la represión política y la Constitución Española. «La transición se produjo en una situación de crisis económica terrible y fue fruto del consenso, un consenso del que ya habló Juan Carlos de Borbón cuando tomó el cargo de Jefe del Estado el 22 de noviembre de 1975», dos días después de la muerte del dictador. Ruiz-Huerta ha afirmado que se dio una respuesta política correcta, cerrándose el ciclo en 1986 con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea.iesruizhuerta3

También ha destacado la importancia de la Ley para la reforma política de enero de 1977, que fue la que preparó la elecciones democráticas de junio de ese año y las dos cámaras, Congreso y Senado.

El atentado

Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell nació en Madrid en 1947. Militante del Partido Comunista de España y de Comisiones Obreras, en la década de 1970 militó en el Partido Comunista de España y trabajó como abogado en el despacho de abogados laboralistas de la calle de Atocha, número 55, vinculado al PCE y al sindicato Comisiones Obreras, dirigido por Manuela Carmena.​ El de Atocha, 55, era uno de los despachos colectivos vinculados a la izquierda que, en aquellos años de la Transición, se dedicaban a asesorar a los trabajadores y a los movimientos vecinales, como los que dirigían Paca Sauquillo y Cristina Almeida en Madrid.​ iesruizhuerta4

El 24 de enero de 1977, tres pistoleros vinculados al partido ultraderechista Fuerza Nueva y al Sindicato Vertical de Transportes irrumpieron en el bufete, asesinando a tres abogados, Javier Sauquillo, Luis Javier Benavides y Enrique Valdelvira, un administrativo, Ángel Rodríguez Leal, y un estudiante de Derecho, Serafín Holgado, e hiriendo a Alejandro Ruiz-Huerta, Miguel Sarabia Gil, Luis Ramos Pardo y Lola González Ruiz. Ruiz-Huerta consiguió salvar la vida gracias a un bolígrafo de marca Inoxcrom que llevaba en el bolsillo de la camisa, que le había regalado esa misma tarde Ángel Rodríguez Leal, y que consiguió desviar una bala que podría haber sido mortal, y a que el cuerpo de su amigo Enrique Valdelvira le cayó encima, protegiéndole de los disparos.

Ruiz-Huerta ha narrado que fue un tiroteo bestial, con treinta casquillos en dos oleadas de disparos, la primera que recordaba los fusilamientos del 3 de mayo, y la segunda para rematarlos en el suelo. En lo físico, tiene cicatrices en la pierna derecha, una bala le rozó el femur y salió por detrás de la nalga derecha; estuvo seis meses sin poder andar. Se hizo el muerto para salvar la vida. Las secuelas psicológicas aún perduran. A una pregunta de uno de los alumnos sobre si le quedó trauma tras el suceso, respondió que ha estado en tratamiento psiquiátrico hasta hace muy poco, «el miedo nunca se acaba de quitar». Asimismo, «hasta los 90, cuando estaba haciendo el camino de Santiago en bicicleta, no pude entrar en ningún lugar público y sentarme de espaldas a la puerta. El trauma se me quedó». Revivía la masacre con cada asesinato: de la extrema derecha, los Grapo, ETA.

También le preguntaron si conservaba el bolígrafo Inoxcrom, el cual regaló años después al encontrarse con una de las enfermeras que lo cuidó en el hospital. «Me liberé de una carga muy fuerte».

Ruiz-Huerta piensa que «el atentado de Atocha fue una de las patas de la Transición y que pudo influir también en la legalización del Partido Comunista, sobre todo tras la manifestación que se produjo dos días después de la matanza, la más grande de la democracia hasta la del asesinato de Miguel Ángel Blanco; aquello fue un encuentro de paz, de concordia». «El entierro de mis compañeros, al que acudieron casi 100.000 personas, fue el ejemplo de que hay que transformar la violencia y el dolor en voluntad común para trabajar por la democracia para todos, también para esos asesinos», sentenció.

En 1982 Alejandro Ruiz-Huerta abandonó Madrid, porque no había superado el miedo que, todavía hoy, siente, como consecuencia del atentado,​ del que en la actualidad es el último sobreviviente después del fallecimiento de los tres compañeros que también sobrevivieron al brutal ataque. Preside la Fundación Abogados de Atocha, creada por Comisiones Obreras para mantener viva la memoria de los asesinados.

Después de trabajar en el Ministerio de Trabajo, el Congreso de los Diputados y la Junta de Castilla y León, se ha dedicado a la docencia universitaria desde 1987. Doctor en Derecho (1992), ha trabajado en las Universidades de Valladolid, Burgos y Córdoba, donde ha ejercido como profesor de Derecho Constitucional.

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