Más de 250 personas se han reunido en la mañana de este domingo 1 de abril en la Plaza Real de Fuente Carreteros para celebrar un año más la fiesta de los Huevos de Pascua o Huevos Pintados, una tradición centroeuropea que trajeron los primeros colonos y que sigue muy arraigada en la actualidad en varios municipios de las Nuevas Poblaciones.
Desde hace unos años el ayuntamiento carretereño ha potenciado más aún si cabe esta costumbre, tanto con un concurso donde participan un centenar de escolares como animando a muchas vecinas a elaborar los huevos con técnicas muy genuinas y originarias del centro y este de Europa.
Además, al igual que en 2017, la celebración ha adquirido mayor importancia por la conmemoración del 250 aniversario. Por ello, hoy también se han visto muchas vecinas con los trajes típicos colonos y con las bolsitas de crochet donde se portan los huevos pintados.
Alrededor de cien escolares de entre 2 y 13 años han participado en la elaboración y concurso después de haberse inscrito a la actividad en el colegio o en el ayuntamiento, destacando también la participación de algunos niños que viven fuera y que han venido con sus familias aprovechando las vacaciones de Semana Santa. Se habilitó una gran mesa a todo lo largo de la plaza y se facilitó la pintura y utensilios para decorar los huevos.
Paralelamente, las vecinas empezaron a elaborar los huevos pintados con una técnica que expusieron como novedad el año pasado tras aprenderla en unos talleres de manualidades que impartía una monitora ucraniana y vecina de Fuente Carreteros.
Para empezar, cuanto más blancos sean los huevos, mejor es el resultado. Se utilizan flores y plantas como margaritas, perejil, hierbabuena, etc., que se ponen sobre el huevo, el cual se envuelve con una media a presión para sujetar la planta. A continuación, se corta la parte de la media que sobra y se introduce el huevo en agua hirviendo durante unos veinte minutos con hojas de cebolla o lombarda. Gracias a la alta temperatura, los huevos van cogiendo el color marrón o morado que sueltan las hojas de cebolla o lombarda. Luego, se extraen los huevos del agua, se retira la media y el trozo de flor o planta, quedando dibujado la silueta de este. 
La verdad es que ha sido una jornada un tanto acelerada porque se daba la circunstancia que los componentes del Baile de Los Locos, estas vecinas y otros vecinos tenían que marcharse a las 12.30 h. hacia Cañada Rosal, donde habían sido invitados precisamente a la fiesta de los Huevos Pintados de la localidad sevillana, sin duda el pueblo colono donde está más arraigada y goza de bastante fama. Allí tenían previsto un gran evento al que se sumaba igualmente la tradición del pavo con fideos de San Sebastián de los Ballesteros. Sin duda, las que son quizá las tres costumbres más populares que perviven en las Nuevas Poblaciones de Andalucía después de 250 años.
Volviendo al concurso de los más peques, todos los participantes recibieron una bolsa de chuches por gentileza del Ayuntamiento. Seguidamente, el jurado se dio una vuelta para ver todas las creaciones y dilucidar los ganadores, los cuales se establecieron en función de los ciclos escolares y fueron premiados con un vale para canjear por material escolar. Los agraciados con el mejor huevo pintado han sido:
– Educación Infantil: Daniela Martín Rivero.
– Primer ciclo de Primaria: Estela Ruiz López.
– Segundo ciclo de Primaria: Alonso Campuzano Dublino.
– Tercer ciclo de Primaria: Yanira Martín Rivero.
– Educación Secundaria: Marta Ruiz López.
Los Huevos de Pascua o Huevos Pintados es una costumbre pagana muy popular que celebra el retorno de la primavera, la fertilidad o el renacer de la vida coincidiendo con la Pascua. Según los testimonios de las mujeres más mayores, había otros métodos a la hora de pintar los huevos. Por un lado, se hervía en primer lugar un trapo, casi siempre rojo, color característico de los Huevos de Pascua, que con la cocción soltaba el color en el agua. Seguidamente se echaba el huevo, que al hervir absorbía esa especie de tiente y quedaba perfectamente impregnado. También se usaron otros sistemas como los polvos de colores que vendían antiguamente en las tiendas para aplicarlos en la pintura de las casas. Asimismo, se utilizaba el llamado colorín, que no era otra cosa que la ya desaparecida Mercromina, que posteriormente fue sustituida por el también fármaco Betadine. Incluso existió otra fórmula que era pintarlos con azafrán.
Entre las costumbres y anécdotas de antaño, ocurría que a los niños y niñas se les solían «caer» los huevos de los canastillos de crochet, y como se rompían, se los comían e iban a pedir más a sus madres y/o abuelas. Lo normal era que, hace cincuenta o sesenta años, cada niño o niña pudiera disponer de dos o tres huevos, como mucho de alguno más que se lo regalaban las madrinas u otros familiares. Era raro que se disfrutara de más cantidad, ya que la situación en aquella época no era precisamente la de poder derrochar un alimento tan básico. También era tradición en esos años que la fiesta se prolongara tres días: Domingo de Resurrección, lunes y martes.
Más abajo, al final de esta página, ofrecemos más imágenes de la jornada y de los ganadores de concurso en la FOTOGALERÍA.
