En un acto presidido por los párrocos de La Colonia, Carlos Sanz y Daniel Angulo, el alcalde, Francisco Javier Ruiz, y la Hermana Mayor de la Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores, María Coronada Reyes, tuvo lugar la promulgación del Pregón Oficial de la Semana Santa 2019 y la posterior presentación del cartel.
Este año, en el que la Hdad. de la Ntra. Sra. de los Dolores encabeza la organización de la Semana Santa junto a la Parroquia, tocaba que el cartel estuviera ilustrado por una imagen de la Ntra. Sra. de los Dolores. Así, una bonita fotografía de Javi Adame ilustra la presente edición de la Semana de Pasión.
El acto comenzó con la presentación del pregonero por parte de su hermano Víctor Manuel, lo cual fue una muy grata sorpresa para Jesús María Díaz Gómez. Ambos se fundieron en un cariñoso abrazo. Jesús María es vecino de Fuente Palmera, de 29 años y perteneciente a la Hermandad del Stmo. Cristo de la Sangre, por la que ha pasado en diferentes áreas, la última vicesecretario, un cargo que tuvo que dejar al ocupar el cargo público del concejal del Ayuntamiento de Fuente Palmera en 2015 por su partido, Jóvenes por La Colonia.
Precisamente, varios compañeros de la Corporación Municipal asistieron al Pregón. Además del nombrado alcalde, los miembros del equipo de gobierno de IU, Marta Montenegro y Quique González, el concejal de JpC, Rafael Martínez, el edil del PP, Manuel Jiménez, y el portavoz del PSOE, Antonio J. Guisado.
Asimismo, destacar la presencia de los hermanos y hermanas mayores de las cuatro hermandades de Fuente Palmera, numerosos miembros de estas y vecin@s de La Colonia.
Con la serenidad, esmero y buena oratoria que le caracteriza, Jesús María Díaz Gómez promulgó un emotivo pregón, sustentado en su fe, Amor a Jesús y en su trayectoria y vinculación con la parroquia, hermandades y feligresía de Fuente Palmera. A continuación les ofrecemos su pregón de manera casi íntegra:
«Es para mí un placer y al mismo tiempo una responsabilidad subirme a este atril para pregonar la Semana Santa de Fuente Palmera en el año 2019.
En primer lugar quisiera agradecer a la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y a su Hermana Mayor a la cabeza por haber pensado en mí para tan importante designación. Agradezco, y he de decir que lo hago con la boca chica, pues en vaya jaleo me metisteis cuando el miércoles de ceniza recibí el encargo de ser pregonero, aunque también tengo que decir que bendito sea Dios por estos jaleos.
Bien es cierto que aunque me ha costado realizar este pregón de Semana Santa, pues materialmente no contaba con el tiempo necesario, ni mi mente se encontraba preparada para tal designación, he de decir que me ha ayudado a reflexionar sobre mi fe, mi gente, mi parroquia,… en definitiva, para acercarme más a Jesús.
La primera pregunta que se me vino a la cabeza fue ¿Qué es pregonar? Según la RAE, pregonar no es sino publicar en voz alta una noticia o hecho para que sea conocido por todos. Y esa ha sido la tarea que me ha sido encomendada, el hacer público un hecho para que sea conocido por todos.
Ser pregonero, heraldo o mensajero… ¿qué más da? Lo importante es el mensaje, la noticia, el acontecimiento. Se trata, pues, de compartir la mayor noticia jamás publicada, la noticia que más vidas ha cambiado a lo largo y ancho del mundo y de la historia, la noticia que da sentido a todas nuestras luchas, a nuestras fatigas, a nuestras alegrías y a nuestras penas, la noticia en mayúsculas… CRISTO HA RESUCITADO.
Dios, no solo se ha hecho carne (para poder ser tocado, palpado), sino que ha tomado la condición de esclavo, pasando por uno de tantos, hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz, para poder así resucitar al tercer día. Nos preparamos para celebrar LA PASCUA, el paso del Señor, el tránsito de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, de la tristeza a la Alegría mas absoluta. Una alegría que brota del sentirse amado por Dios, de saberse único, irrepetible, perfecto.
Nos adentramos en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Misterios entorno a los cuales se cimienta nuestra fe. Tres misterios únicos y unidos, que de poco servirían si se obviara alguno de ellos: de nada se diferenciaría la Pasión y muerte del Señor con la de cualquier ladrón de la época si este no hubiera resucitado. Al igual que no estaría completa la Resurrección de Cristo si antes no hubiera pasado por la Cruz… y es que Dios quiso demostrarnos todo su amor derramando hasta su última gota de sangre.
Es aquí, en la Cruz de Cristo donde encontramos la salvación. Es en la adoración de la Cruz donde encontramos la fuerza necesaria para seguir nuestras luchas.
Mi vinculación con el crucificado viene de la mano a la devoción de mi padre por el Santísimo Cristo de la Sangre. Recuerdo acompañarle a los ensayos y soñar con el día en el que me pudiera meter debajo de las trabajaderas, el cual llegó en la primavera del año 2006. En esta hermandad he pasado por casi todos los cargos posibles: trabajos como el de aguaor, preparar el paso en la mañana del Jueves Santo, hermano mayor de la borriquita (teniendo que tirar de esta en más de una ocasión), vocal de culto y evangelización, vice-secretario… pero nada comparable con hacer estación de penitencia como costalero. El poder compartir esos momentos de estar con el Señor siempre acompañado de un hermano, el apretar fuerte parriba, el animar a un hermano que se está viniendo abajo… puedo decir que se cumple a la perfección lo que el Evangelista San Mateo narra: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré… Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.
Las hermandades han dejado una gran huella en mi vida, enseñándome como merece la pena luchar por acercar jóvenes cofrades a la Iglesia, mostrando cómo la vida del cofrade no solo se vive en Semana Santa, sino que se vive todo el año, o como es importante prepararse para la Estación de Penitencia, ya sea con la confesión, la asistencia a los cultos o un rato de oración antes de salir. Y es que, al igual que Jesús nos espera con los brazos extendidos en la Cruz, cada día espera que acudamos a Él para dejarnos abrazar, para dejarnos querer, para dejarnos sanar. Que no nos acostumbremos a mirarte Señor en el madero. Que no nos espante tu rostro desfigurado, ni tus manos clavadas, ni tu cabeza coronada de espinas.
Que seamos capaces de reconocerte en nuestro día a día, en tantos cristos que necesitan de un cirineo que les ayude a llevar su cruz. Que no nos de miedo tu cruz, Señor. Que veamos en ella tu mano amorosa. Cruz y Amor, Amor y Cruz. Dos caras de una misma moneda dice un viejo amigo mío.
Por otro lado, y sin ser plenamente consciente, al mismo tiempo mi relación con la parroquia iba aumentando día tras día. Esta vinculación fue propiciada fundamentalmente a dos mujeres. Por un lado mi abuela Araceli (incansable en sus oraciones, generosa con aquellos que más lo necesitan, la que me enseñó a rezar cada noche y la que sufría cuando me veía sentado en el rebate de mi casa en la hora de misa. ¿De qué te sirve tanta catequesis si no le dedicas ni 30 minutos al Señor? me decía). Por otro lado mi catequista Rosario, la cual, con su ejemplo, cercanía, su carácter (dura cuando había que serlo y dulce cuando tocaba), su amor en lo concreto, y su incansable paciencia, fueron preparando el terreno de mi corazón para que posteriormente cayera la semilla de la fe. Querida Abuela y Rosario, gracias por vuestros continuos desvelos, por vuestras oraciones, por vuestro amor, pero sobre todo, gracias por transmitirme la fe.
Al igual que Dios se sirvió del Sí de una mujer para nacer en este mundo, Dios se sigue sirviendo de mujeres y hombres que con su si hacen que de nuevo Dios nazca en el corazón de cada hombre y de cada mujer.
Más tarde llegó Patricio, el cual se encargó de echar las redes, juntarnos a un grupo de adolescentes cristianos y crear lo que para nosotros es el grupo QDTB, las siglas de la frase QUE DIOS TE BENDIGA. Aquella fue mi primera experiencia como comunidad eclesial, como pequeña parcelita de la Iglesia, como grupo que intenta vivir su fe en conjunto, ayudándonos y compartiendo unos con otros. Grupo diverso donde existían todas las vocaciones y algunos carismas, y que tanto nos ayudó a todos, pues es en la diversidad donde se enriquecen nuestras vidas y nuestra fe.
En este grupo comencé a gustar la vida cristiana y la devoción a Jesús Eucaristía. Jesús resucitado que permanece junto a nosotros en el Sagrario, en lo oculto, en lo escondido, pero presente, vivo, latente. Si en la Cruz encontramos la fuerza para superar los contratiempos del día a día, en el Sagrario encontramos el alimento que nos hace perseverar en la fe. Ha sido aquí, en el Sagrario, junto a Jesús Eucaristía, donde he recibido la gracia necesaria para tomar las decisiones más importantes en mi vida. Tengo grabado en mi mente algunos Sagrarios donde el Señor ha obrado verdaderos milagros:
Recuerdo con especial cariño el encuentro con el Resucitado en la casa de cursillos de cristiandad (experiencia que muchos de vosotros habéis vivido ya), o el de una parroquia cerca de donde viví en Jaén donde discerní mi entrada al Seminario, el Sagrario del propio Seminario, el de una pequeña capilla donde el Señor me concedió el don de lágrimas, o este mismo Sagrario donde he podido vivir innumerables momentos de encuentro con el Señor.
Todos distintos, pero a la vez todos iguales, pues custodiaban lo más preciado que tenemos los cristianos: el Cuerpo de Cristo.
Ha sido aquí, en el Sagrario y junto a mi Señor Crucificado, donde no solo he vivido momentos alegres, sino donde también me he refugiado en momentos difíciles de mi vida. Aquí he encontrado consuelo en los momentos de desanimo, respuestas ante las dudas, compañía en los momentos de soledad.
Igual que aquella mujer que quedó sana al tocar la borla del manto de Jesús, ninguno de nosotros queda indiferente cuando busca con corazón sincero el rostro de Dios y le deja entrar en su vida. Abrir las puertas a Cristo exclamaba el Santo Padre San Juan Pablo II, y lo repito en esta noche: Abrir las puertas a Cristo, no tengáis miedo. Mirad al Señor con ojos atentos y descubriréis en Él el rostro mismo de Dios.
Quisiera en este momento recordar a algunos hermanos nuestros que durante su vida fueron ejemplos de personas que se han encontrado con el Señor y que su testimonio me ha edificado para acercarme más a ti, Jesús. Personas enamoradas de Cristo que tenían claro quien y donde estaba su Señor:
– Recuerdo con especial cariño a Pepe López y a Curro López, hermanos que vivieron de forma muy especial su amor al Señor y a la Virgen.
– La entereza de Juan Guillermo y su familia, o del pequeño Daniel, ante la Cruz de la enfermedad.
– La constancia de Rosalía, de Eloy Reyes, o de Juan Ramón Reyes, entre otros, fieles custodios del Sagrario, los cuales no faltaban a su cita diaria con el Resucitado.
– Y no podía dejar atrás a nuestra querida Aurorita, una mujer íntegra que vivió su fe de forma radical, y que no dejó de sembrar la semilla del Evangelio hasta sus últimos instantes de vida.
Ellos fueron testigos fieles de cómo se puede vivir el Evangelio en el día de hoy. Gracias a todos ellos por no haberos guardado el regalo de la fe, sino que lo habéis enseñado desde lo oculto y escondido del Sagrario, desde el reconocer a Dios en la Eucaristía o en la Cruz.
Hay un refrán que dice que hay 3 días en el año que relucen más que el sol. Yo lo voy a modificar para hablaros de 3 noches en el año donde más reluce el Sol. Noches donde el amor vence al odio, donde la luz vence a las tinieblas y donde la vida vence a la muerte. Se trata de la noche del Jueves Santo y la noche del Sábado de Gloria. Para mí las 3 mejores noches del año.
En la primera, teniendo la oportunidad de contemplar el misterio eucarístico, de dar gracias al Señor por quedarse en la Eucaristía, de acompañarlo camino de la Cruz. Noche para estar a solas con el amado, para dejarse mirar por Él, para dejarse querer por Él. Os invito a que saquéis un poquito de vuestro tiempo y os acerquéis por el Monumento en esa noche (os recomiendo bien tarde porque hay menos gente), y os pongáis bien cerca de Él. Os aseguro de que no saldréis igual que entrasteis.
En la segunda, de mirar al crucificado. Mirar al que traspasaron. De presentarle nuestras heridas, nuestras dificultades, nuestros problemas. Noche de acompañar a María en el Calvario.
Y por último, la noche Santa. La Vigilia Pascual. El culmen de todo el Triduo Pascual. La que da sentido a todo el sufrimiento de Cristo, y por lo tanto a todo nuestro sufrimiento. Noche donde la Luz de Cristo ilumina a su Iglesia y se manifiesta que la muerte no es el final, que la muerte no tiene la última palabra, sino que Dios ha vencido. QUE CRISTO HA RESUCITADO. Acudamos a celebrar la Resurrección del Señor. No nos quedemos en la muerte de Cristo. Es el mejor regalo que te puedes hacer en esta Semana Santa: ven a la Vigilia Pascual, celebra la victoria de Cristo (camino, verdad y vida) sobre la muerte.
Quisiera terminar este pregón dedicándole unas palabras a aquellos que me han acompañado y que han sufrido mi cansancio y el estrés acumulado durante estas 2 semanas. A mi familia, mis padres y mi hermano. Gracias por enseñarme valores tan importantes como el perdón, la misericordia, el luchar por lo que uno quiere. Gracias de corazón.
Y no puedo terminar sin dedicar unas palabras a Lourdes, mi prometida. Gracias por enseñarme tanto. Nosotros, también hemos tenido momentos alegres y oscuros, momentos de cruz y momentos de gloria, pero siempre (o casi siempre), intentando poner al Señor en medio de nuestra relación. Gracias por enseñarme que el amor siempre triunfa.
Y a todos vosotros queridos hermanos, desearos una SEMANA SANTA en todo lo que significa la palabra santa. Que aprovechemos estos días de gracia para renovar nuestro amor a Jesús y que en la noche santa de la Vigilia Pascual podamos resucitar con Cristo a una vida nueva.
A todos, Paz y bien».