En la mañana de hoy, 20 de abril de 2018, en las instalaciones de la S.C.A. Jesús Nazareno de Bujalance, se han hecho entrega de los 7º Premios a los Mejores Aceites de Oliva Vírgenes Extras de la campaña 2017/18 producidos en el Valle del Guadalquivir, dentro de la programación de las XII Jornadas Técnicas Andaluzas sobre Sostenibilidad en el Medio Rural.
Los premios han contado con la participación de 20 muestras pertenecientes a 12 cooperativas y almazaras del Valle del Guadalquivir, y han sido los siguientes:
Categoría Frutado Verde Intenso:
1º Premio: Aceites Fuenteoliva, S.A. (La Ventilla, Fuente Palmera).
2º Premio: Almazara 1945 de Rafael Castro (La Carlota).
Accésit: Aceites Prieto Reina, S.L. Almazara Pago Las Monjas (Montoro).
Categoría Frutado Verde Medio:
1º Premio: Aceites de Cañete, S.L. MILUMA (Cañete de las Torres).
2º Premio: Oleopalma, S.A.T. (Palma del Río).
Accésit: Aceites Fuenteoliva, S.A. (La Ventilla, Fuente Palmera)
Categoría Frutado Maduro:
1º Premio: Aceites de Oliva del Sur, S.A. (Bujalance)
2º Premio: Jesús Nazareno, S.C.A. (Bujalance)
Accésit: Virgen del Voto (Bujalance)
También se ha realizado una Distinción Especial al Mejor Envase, recayendo en el presentado por Aceites de Oliva del Sur, S.A. de Bujalance. En esta distinción se ha valorado la originalidad, ergonomía, innovación, creatividad, diseño, los materiales empleados o la apuesta por la sostenibilidad, entre otros aspectos.
Finalmente, el Comité Organizador del Concurso ha entregado un Premio Honorífico al Maestro de Molinos, destacando la honrosa y dilatada trayectoria profesional de Don Francisco Cerezo Millón, en pro de la oleicultura.
En la entrega de galardones la empresa colona ha estado representada por uno de sus propietarios, Federico Jiménez, y por Jessica Chacón. Además, hay que destacar la presencia de Ezequiel Martínez y Paco Casero, dos de los Embajadores del Turismo del 250 Aniversario de La Colonia de Fuente Palmera.
Aceites Fuenteoliva es una empresa consolidada que comenzó su trayectoria hace 60 años de la mano de Gregorio Jiménez, cuya pasión por el mundo del olivar heredada por su padre fue transmitida a sus hijos y estos, a su vez, la transmitieron a los suyos como una forma de vida que les vincula a las raíces de la tierra y que gira como eje primordial de sus vidas.