Han sido varios los actos destacados a lo largo de estos días, como el juramento de cargos de la nueva Junta de Gobierno de la Hermandad de la Purísima Concepción, la imposición de medallas a los nuevos hermanos, la procesión infantil que tuvo lugar el pasado domingo tras la misa, la procesión que se llevó a cabo en la Residencia de Ancianos Santa Magdalena o el pregón de las fiestas, a cargo de Marina Pistón Reyes, sobre el que nos detendremos con amplitud. También hay que destacar, como es habitual en los últimos años, las misas ofrecidas por el párroco colono, Leopoldo Rivero, y el que fuera párroco durante diez años en la localidad, Patricio Ruiz.
Todo ello con una iglesia de la Purísima Concepción engalanada como es tradicional hasta llegar al 8 de diciembre, cuando recibe mayor afluencia a un misa en la que se presentan a la Virgen los niños y niñas nacidos este año, así como las mujeres embarazadas que lo desean. En la misma participan los párrocos titulares de La Colonia de Fuente Palmera, Carlos Sanz y Jesús González, además de estar presidida por el también párroco colono de Santo Domingo de Guzmán, Nicolás Jesús Rivero. Sobre las seis de la tarde sale la imagen, a la que siguen numerosos fieles y acompaña en esta ocasión la banda de música Guaditoca.
El pregón de Marina PIstón Reyes
El pasado miércoles 6 de diciembre tuvo lugar después de la misa el pregón de Marina Pistón Reyes, que empezó su discurso aludiendo a la enorme responsabilidad y dificultad que entrañaba la tarea de pregonar las fiestas en honor a la patrona. Pero al mismo tiempo se sentía feliz y enormemente agradecida a los que habían puesto su confianza en ella. Asimismo, transmitió su convencimiento «de que esto viene de arriba y convencida de que cuando se intenta servir aprendes y te haces un poquito más humilde; no siendo nadie para decir que no, aquí estoy, intentando que mi pregón sea, sobre todo, una alabanza a Nuestra Madre y un dar Gloria a Dios».
«…si de algo estoy segura, es de que voy a sacar mucho bueno de este pregón, pero lo más grande será el acercarme más a la Virgen y conocerla mejor, que sea ella la que me lleve cada día hasta su Hijo, que sea ella la que me enseñe a hacer la voluntad del Señor como mujer cristiana, esposa y madre».
Marina Pistón se refirió a María como discípula, Madre y Maestra. «María es Madre Nuestra, nos acompaña como acompañó a su hijo, nos enseña, nos mima, nos quiere e intercede por nosotros. Es un privilegio sentirnos así de queridos y protegidos por nuestra Madre del cielo. Pero ¡hagámosle caso! Imploremos en ella, no sólo la curación de un ser querido, o un trabajo que parece que nunca llegará… Sobre todo ¡la gracia para que nuestra vida sea como la suya!: discípulos del único maestro; como ella, hijos de Dios, hijos suyos, para que fecundados por el Espíritu Santo podamos dar a luz el bien, el perdón, la mano tendida…el testimonio de la presencia de Cristo en nuestro mundo, la sabiduría de que todo viene de Dios, nuestra propia cruz, que si la vivimos con su fe nos acerca a ella, nos hace, como ella, corredentores de nuestro mundo».
Marina también estableció un paralelismo entre la vida cristiana y la etapa en la que algunos empresarios y vecinos de Fuente Palmera empezaron a creer en el proyecto de la implantación del regadío allá por los años 60 del siglo pasado. «Me decía Manolo Adame que fue muy difícil coordinar y mentalizar a la gente, pero una vez que consiguieron su objetivo y vieron que aquello podía ofrecerles un vida mejor, empezaron a quererlo. Igual pasa al cristiano. Una vez que descubres la grandeza de poner los dones al servicio de los demás, que lo que vives dentro de esta familia te hace crecer, empiezas a quererlo y a convertirlo en tu forma de vida».
«Las personas que lucharon por conseguir ese bien social, son personas vinculadas a la parroquia y con un objetivo común, mantener la unión de las familias. ¡Bendita obra de Dios!… Pero, ¿cómo no reconocer que también en nuestro pueblo hay ausencia de Dios, familias rotas, envidias, divisiones…y sus consecuencias? Este pueblo, Fuente Palmera, ha necesitado y necesita ser salvado. Nosotros no tenemos capacidad de ser salvadores. Es Cristo el que salva. En Cristo se nos da el Espíritu Santo que es fuente de una nueva vida».
Asimismo, habló de la Virgen como «imagen y figura de la Iglesia, de nuestra parroquia… María tuvo como gracia especial su Inmaculada Concepción. Nosotros hemos recibido otra gracia: somos bautizados, somos cristianos. Y tenemos un hogar para vivir: nuestra parroquia».
Finalmente, narró su relación con las fiestas de la Patrona: «desde muy pequeña las recuerdo con mucho cariño, la forma en que he vivido la novena a la Virgen, la ofrenda floral, el día de la Inmaculada, la solemne misa con su posterior presentación a la Virgen de niños y embarazadas en la que en los últimos años siempre he estado presente y su salida procesional a la que pocas veces he faltado acompañándola. Días grandes».
«Nunca me ha gustado estar lejos del pueblo en estos días, son día de alabanza a Nuestra Madre. Esto quiero que aprendan mis hijos, dónde está lo realmente importante».