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«Eso va en el sueldo»

Insultos, desidias y hasta amenazas de muerte ha recibido el periodista catalán, Jordi Évole, por hacer algo que no va más allá de su trabajo, periodismo. La entrevista a Otegi en Salvados trae cola, no sólo desde su emisión, sino desde antes de ella. Las críticas y los insultos se han sucedido en los nuevos juzgados del país, las redes sociales.

Alguien que realiza un trabajo puede entender las críticas cuando este ha sido finalizado. No sólo entenderlas, sino que debe asumirlas siempre que sean constructivas. Sin embargo, qué enseñanza muestra los que desean la muerte a un periodista por el simple hecho de realizar una entrevista. El problema de nuestras ideas, de nuestros extremos, como analizábamos en la última entra de esta Próxima Parada.

Las redes sociales colaboran de manera negativa en ello. Hacer el uso de ellas requiere el conocimiento del artículo 20 de la Constitución, pues del mismo modo en que esta nos reconoce el derecho «a expresar libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción», nos recuerda que «estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título (…), especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia».

A Jordi Évole, como a cualquier otra persona de este país, se le podrá valorar su trabajo, y criticárselo, pero sin embargo no se puede insultar. Hizo su trabajo, preguntó y repreguntó. No fue un bálsamo, si no no se hubiesen incluido preguntas de víctimas de ETA. Hizo lo que se le requiere a un periodista, preguntar y repreguntar hasta que se aclaren las respuestas. Estas pueden gustar más o menos, pero son las que puede dar un personaje.

Cada uno que haga la valoración que quiera, que opine lo que desee, pero siempre sin faltar el respeto a nadie. Las redes sociales y las libertades de este país requieren de sentido común en las personas, sin embargo, el sentido común es el menos común de todos los sentidos. Dejemos de decir en defensa de los insultos «eso va en el sueldo» o «es lo que tiene su trabajo». Somos personas, tenemos familias y sentimientos; pensemos si las ofensas a otras personas traen aquello que buscamos conseguir, un cambio de dirección. Yo no lo creo.

Hagamos cada uno nuestro trabajo, hablemos de él e intentemos mejorar con consejos, con críticas. Siempre lanzando esto desde la crítica, no desde el insulto. Intentemos ser mejores, intentemos ser más productivos, y hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible. Eso, como el respeto, «va en el sueldo».

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